Patricia Benito (Las Palmas de Gran Canaria, 1978) ha contado la historia sobre el caldo de cultivo que dio lugar a su primer libro, Primero de poeta (Aguilar) –de cuya publicación se cumplen 10 años en el mes de marzo–, en un buen puñado de ocasiones. Sin embargo, nunca está de más recordarla, porque es, cuando menos, curiosa. “Yo era crupier en el Casino Barcelona y jefa de mesa. Tenía una vida más o menos ordenada con mi pareja. Se suponía que iba a ser para siempre y todas esas cosas. Y, de repente, me decidí por un cambio drástico: me separé, dejé el trabajo, me fui de Barcelona. Y me instalé en Navarrete, en La Rioja, donde tengo una casa que me había comprado cuando era muy joven. Volví aquí hecha polvo. Con la autoestima por los suelos y desubicada perdida. Sin saber qué hacer y sin un duro. Tenía que empezar de cero, pero el problema era que no me veía capaz. Me sentía muy pequeña”, resume la autora, que a la par señala al paso del tiempo y la perspectiva vital que este aporta como clave en aquel momento de ‘supervivencia’ personal.
El tiempo, sí, pero también la casualidad. O algo que se le parece mucho. “Acabé haciendo diseño web y trabajando para una empresa médica. Hasta que, un buen día, me encargaron ir a recoger un libro a un recital de poesía. De pronto, me vi en un lugar en el que aparecía un poco de luz. Allí descubrí que había una forma diferente de expresarse, porque hasta ese momento no había conseguido contarle a los demás, ni a mí misma, qué me pasaba. Y empecé a escribir”, relata.
Lo que al principio eran unos cuantos versos sueltos y unas notas desordenadas terminó por convertirse en su citado debut literario. “Creo que un poco de la magia que ha tenido este poemario ha sido, precisamente, ese poso de espontaneidad. Era un libro muy libre, muy transparente, en el que lo que yo estaba diciendo no tenía intención de ser editado o de llegar a un lector concreto. Era una etapa en la que yo estaba ‘descascarillándome’, y todo ese proceso se refleja ahí. Pasé de un sitio oscuro a uno mucho más luminoso. Por eso creo que es tan especial para mucha gente y quizá el título más importante de mi carrera”, ahonda Patricia Benito sobre una obra en origen autoeditada, en la que cobra mucho peso el duelo ante la no-maternidad.