“El flamenco viene del pueblo. Es algo que habla de su gente, de su cultura. De nuestra historia. Además, hay un valor muy tangible en el hecho de que siempre vayamos acompañados de música en directo, y en que no todo lo que ocurre esté planificado al detalle. En ese sentido, se parece al jazz”, introduce Guerrero cuando se le pregunta por el atractivo transversal del arte al que ha dedicado su vida. “A nuestros tablaos flamencos, a los que incluso muchos españoles no quieren ir porque lo asocian con un espectáculo ‘para guiris’, acuden grandísimos artistas a actuar. Es como tener el mejor garito de jazz de Brooklyn en el barrio de Santa Cruz de Sevilla o en espacios emblemáticos como Corral de la Morería en Madrid. El plan increíble de una noche con tu pareja o con tus amigos es llevarlos a un tablao. Es algo de lo que nos tenemos que sentir muy orgullosos, porque la gente de fuera lo ama, lo quiere. Se conecta con ello. El flamenco conecta con la gente. Lo ves por primera vez y, como te guste, te has enamorado de por vida”, ahonda la coreógrafa, que ve en las redes sociales una potente herramienta de comunicación para despertar el interés de nuevos aficionados en distintos rincones del mundo.
Para más inri, la 24ª edición del Flamenco Festival Nueva York homenajea a Federico García Lorca y su epopeya literaria en la Gran Manzana. Con lo cual, Granada, la ciudad natal del poeta (y de la propia Guerrero, que se crió en el Albaicín) ocupa un lugar protagónico en el imaginario escogido para la ocasión. “Es una oportunidad para poner el foco en la riqueza de esta tierra, en nuestras raíces y en los maestros que ya no están con nosotros y que nos han dejado su legado. Lorca, Morente, el cordobés Mario Maya. Qué bonito es ver las calles de Manhattan llenas de granadinos, en sentido amplio, y el City Center rebosante de nuestro arte”, comenta.
Retrato a contraluz de Patricia Guerrero.© Esteban Perles