Paul Mescal y Josh O’Connor ‘The History of Sound’: un romance extrañamente casto que no termina de emocionar

El romance ficticio entre Paul Mescal y Josh O’Connor en The History of Sound se ha hecho esperar. Las primeras noticias del proyecto llegaron 2020, una historia de amor arrolladora, ambientada a la sombra de la Primera Guerra Mundial, con Ben Shattuck al guion, a partir su delicioso libro homónimo. El aclamado Oliver Hermanus (de Beauty, Moffie y Living, que le valió a Bill Nighy una nominación al Oscar) sería el director. Los protagonistas, dos novios de internet. Tras varios retrasos, por fin se ha estrenado, y en el más brillante de todos los escaparates cinematográficos, el Festival de Cannes. Con estos ingredientes, el filme debería oler a serio candidato a triunfar en la temporada de premios de 2026. Y aunque en cierta medida así podría ser, lo cierto es que a pesar del inmenso talento de este cuarteto, este contemplativo drama obra de época no es, por desgracia, la suma de sus partes.

Su escenario es una destartalada granja de Kentucky en 1910, el hogar de Lionel Worthing (Mescal), un joven reservado con vocación musical que ha crecido obsesionado con la tradición folk regional. Esa pasión le lleva a Boston, a estudiar en el Conservatorio de Nueva Inglaterra en 1917, donde, en un bar lleno de humo, escucha canturrear una melodía de su tierra. El cantante es David White (O’Connor), un huérfano de Newport y compañero de estudios igualmente fascinado por las canciones perdidas de las comunidades aisladas. Estos espíritus afines encuentran consuelo el uno en el otro, y poco a poco florece un romance tímido y lleno de ternura.

Poco después estalla la guerra. David es destinado al frente y Lionel se queda atrás debido a sus problemas de visión. Este le pide a su amor que le escriba, pero no lo hace. Unos años más tarde, sin embargo, recibe una carta de David, que ahora trabaja como profesor en Maine. Le han pedido que haga un viaje por el estado para recopilar canciones y registrar así una historia oral de la música folk que, de otro modo, correría el riesgo de caer en el olvido. ¿Le gustaría a Lionel acompañarle? Lionel, por supuesto, aprovecha la oportunidad.

Los vemos recorrer bosques, dormir abrazados en una tienda de campaña, pasar el día grabando melodías en delicados cilindros y dando forma a un registro formal de las personas, lugares, épocas y tradiciones de las que proceden. Después de separarse, Lionel escribe a David todos los meses, pero nunca recibe respuesta. Años más tarde, la música lleva a Lionel a Roma, donde canta en un prestigioso coro, y luego a Oxford, donde lo dirige, pero David sigue en su mente. Cuando por fin regresa a Maine para intentar encontrarlo, The History of Sound entra en su crescendo emocional.

El problema, sin embargo, es que la película siempre pone distancia con el espectador. Incluso cuando el estirado Lionel se derrumba finalmente en este tercer acto, la cámara se mantiene alejada, con una especie de contención que encaja con la época en que se desarrolla The History of Sound, pero que también nos impide implicarnos emocionalmente. En su interpretación, Mescal calibra al milímetro la silenciosa y profunda tristeza de Lionel, pero el personaje, oculto tras sus gruesas gafas y sus educados modales, nunca es más impenetrable de lo que nos gustaría.

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