Es la pequeña Sofía Allepuz la actriz que se encarga de dar vida a Rita. Alejandro Escamilla, a su hermano Lolo. “Los chicos es lo primero grande que hacían. Ella había hecho un corto. Hubo un trabajo muy gordo con ellos para que llegaran al set con las cosas claras y tampoco teníamos mucho tiempo. Se hizo en cinco semanas. Poquísimo”. A través de sus ojos, la película va desarrollando la historia de un verano en la tórrida Sevilla con todo lo que ello conlleva: largas siestas, visitas al mercado o zambullidas en la piscina. “Mi película la concibo como un homenaje a esa infancia. La gente de una cierta generación, que tenemos ya unos años, fue la que vivimos. Este es mi particular homenaje a ella, a Sevilla, a mis tradiciones y a nuestra mi tierra”, explica Paz Vega. “Esta historia la concebí siempre desde los ojos de los niños y a la altura de los niños. Hay un ejercicio técnico, de estilo, donde nos posicionamos en otro lugar”. Y precisamente ese ejercicio técnico lleva a pensar en otras tantas producciones dirigidas por mujeres que en los últimos años han copado los grandes premios y la conversación. Del Verano 1993 de Carla Simón a la 20.000 especies de abejas de Estibaliz Urresola. “A mí, como creadora, hay dos momentos del ser humano que me parecen lo más interesantes. Por un lado, la infancia; por otro, la vejez tardía. Pero la tardía de 80 porque ahora ya con 60 años no eres viejo. Son las dos etapas de la vida que me interesan mucho. Ahí es donde el ser humano es puro de verdad y entre medias es todo paja”
La propia Paz Vega se guarda aquí un papel. “Por cuestiones de márketing”, admite con franqueza. A fin de cuentas, Rita ha costado mucho que saliera adelante y tanto ella como Roberto Álamo no han tenido problemas en prestar su cuerpo a ese mundo de los adultos que se adivina muy lejano al de los niños. Los mayores dejan a un lado su ego para que todo el protagonismo recaiga en la infancia. “Si os habéis cortado, si os pego la mitad fuera del cuadro, es que ese es el objetivo. Que el mundo de los adultos esté esbozado de manera muy primaria y meternos en las caritas de los niños. Yo obligo a ir con los niños. Te obligo en el cuatro tercios que es un formato muy angosto, muy estrecho, a que vayas con los niños y dejo fuera el mundo de los adultos”, comenta la cineasta debutante. “Yo ego ninguno. Y te lo juro por mis hijos, que soy actriz. Desaparezco, me quedo atrás y no me importa”.
Como cualquier otra directora, Paz Vega también se ha encontrado con la problemática de conseguir financiar su ópera prima. “Mira, no me peleo con nadie porque yo entiendo a todo el mundo y todos los puntos de vista y es difícil confiar en un primer momento cuando no has visto nada de esa persona, es muy difícil”, cuenta con sinceridad. “Me ha costado mucho y he dado con gente que a lo mejor me ha dicho venga y luego se han retirado en último momento. Cuando yo pensaba que iba a rodar no he podido. Llega un momento en el que si no tenemos diez habrá que hacerlo con cinco, pero se hace”, continúa. “He estado en producciones de muy bajo presupuesto, en superproducciones y en películas de presupuesto mediano. Todo se puede con amor, con pasión y con saber hacer cuando tienes un equipo comprometido absolutamente con la historia que la entiende. Lo que no tengamos en tiempo, porque con dinero eso es lo que compras, lo suplimos con ingenio y energía”.