Así, el actor encargó a la firma dos trajes a medida, uno en color champagne (como el original de la colección), y otro en negro, que fue el que finalmente lució. “Fue realmente un sueño y muy fácil trabajar con Jeremy. Aunque también suponía todo un reto a contrarreloj, ya que los confeccionamos de forma local en España y debíamos tenerlos en tan solo una semana, y sin margen de error, para que pudiesen llegar con el suficiente tiempo a Nueva York para el fitting. Eso, teniendo en cuenta los posibles retrasos que pudiesen surgir con las aduanas. Estuvimos en contacto con él durante el proceso, pero no supimos si finalmente alguno de nuestros diseños había sido la opción escogida hasta que lo vimos llegar a la alfombra roja de los Oscar. Sin duda, ha sido una noche que voy a recordar toda la vida”, concede el diseñador, que se reconoce seguidor de su trabajo, “especialmente desde la serie Hollywood de Netflix”.
Si en aquella ficción, Jeremy Pope, de la mano de Ryan Murphy, reescribía una industria del cine libre y diversa desde los tiempos del celuloide, anoche dio una lección de que aquella visión también se traslada, en el presente, a la moda. Con su traje, rompe con la binariedad femenino-masculino asociada históricamente al vestir, jugando con los lazos, que no pajaritas, en un diseño que celebra la fluidez, la artesanía y lo sublime por encima de la banalidad de los prejuicios. Lo dice el propio Gio Pellicer: “Siempre busco rediseñar el pasado desde el romanticismo y la belleza con la mirada puesta en la vanguardia”. Y, desde ayer, el resultado de esa búsqueda está a ojos del mundo.
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