Compartir piso nunca es fácil. Que si fríes cebolla y huele toda la casa. Que si te topas con su rollete –siempre «un tío» llamado Jose– en el pasillo. El batiburrillo de cubiertos y muebles que no combina ni cabe. Por eso, cuando me mudé por primera vez con una pareja hace cinco años, me sentí como en un sueño, casi eufórica. Por fin, pensé, después de décadas de vivir con entre dos y seis personas, algunas de las cuales llenaban de arroz el fregadero, me tocaba formar un hogar de verdad.
Pero, oye, mudarse con tu pareja tampoco es siempre un paseo, sobre todo al principio. Básicamente, ambas partes unen sus espacios y sus vidas, y a eso puede costar acostumbrarse, incluso si lleváis saliendo años. Mi mujer y yo, por ejemplo, tenemos tanta ropa entre las dos que a veces me preocupa que, cualquier día, la ropa caiga en avalancha quedemos los dos aplastadas y enterradas bajo una pila de cazadoras bomber, vaqueros y sudaderas vintage para jamás regresar jamás. Pero, en fin, al grano: convivir en pareja no es un camino de rosas.
A veces me gustaría que mi yo del presente me hubiese dado a algunos conejos antes de mudarme con ella. Eso no es posible, más que nada por la paradoja temporal, pero sí puedo ayudar a otras personas. Por eso, si te lo estás planteando, o estás a punto de hacerlo, aquí tienes todo lo que necesitas saber antes de mudarte con tu pareja.
La cena es un tótem
Puede que para ti «cenar» signifique comerte unos noodles de camino a casa o lo que sea, o picar algo mientras ves la tele… sin problema, ¿verdad? Sin embargo, después de mudarte con tu pareja, todo eso cambia y la cena se convierte en un momento clave a compartir. En otras palabras: prepárate para preguntarte «¿qué cenamos hoy?» todos los días durante el resto de tu vida. Te encontrarás buscando en Google «recetas con garbanzos» en el autobús de vuelta a casa o «cenas fáciles entre semana con pescado» como si fuera un segundo trabajo. Se acabó el improvisar. Esto no es tanto un consejo como una adevertencia. ¿Y si aprendes a cocinar un par de recetas de antemano? No estaría de más.
Negociar, ceder, negociar
Si, como yo, eres muy neurótica hasta el punto de tener una neurodivergencia no diagnosticada, llegar a un acuerdo puede ser la parte más difícil de vivir en pareja. Pero es importante recordar que también es su casa, así que hay que ceder un poco (o mucho). Por ejemplo, a mi mujer le gustan los muebles austeros, casi industriales, mientras que yo prefiero que todo sea muy acogedor. Así que hemos tenido que encontrar un término medio (nuestro armario es una gran jaula de metal, pero tenemos una bonita manta de terciopelo sobre la cama). Esto es probablemente lo más importante que hay que tener en cuenta antes de irse a vivir con alguien. En resumen, no te tomes tan a pecho tu moodboard de Pinterest.
No te enfades por tonterías
No cabe duda de que habrá momentos en los que os enfadéis. Puede que una siempre se olvide de tirar los restos de comida al cubo de la basura o que la otra no recoja la vajilla tanto como debería y se haya acumulado un inestable castillo de platos en la encimera. Qué más da. La vida ya es bastante difícil como para estresarse por estos roces domésticos sin importancia que pueden arreglarse con un leve recordatorio (dicho esto, me vendría bien seguir mi propio consejo en este caso).
Cuidado con aislarse del mundo
Después de mudarte con tu pareja, puede ser tentador pasar todo el tiempo con ella, teniendo sexo y viendo Netflix y diciendo sin parar todas esas expresiones tontas que solo entendéis las dos. Pero, mira, seguís siendo seres independientes con intereses distintos y es muy importante –y saludable– no perderlo de vista. Asegúrate de sacar tiempo para ver a tus amistades o familiares sin tu pareja de vez en cuando y anímala a hacer lo mismo. Por otro lado, tampoco conviene distanciarse tanto que cada cual vaya su bola. El equilibrio es la clave: sabrás si te inclinas hacia uno u otro extremo. Lo que me lleva directamente a…
Mantener viva la imaginación
De nuevo, puede ser muy cómodo quedarse en casa: ¿qué sentido tiene salir juntas una noche si todas las noches estáis juntas? Pues no. Aunque viváis juntas, es importante sacar tiempo para hacer cosas divertidas fuera de casa, porque te resultará más difícil que antes. A mí me gusta obligar a mi pareja a ir a cenar a un restaurante y a los dos nos encantan los conciertos. Perdonadme por parecer una anciana que lleva casada mil años en lugar de solo uno, pero las citas nocturnas mantienen viva la seducción y el misterio, y eso no tiene por qué cambiarlo la convivencia. Y por último…
Turnarse las pataletas
Una de las principales cosas que he aprendido sobre la vida en pareja es que habrá algunos días en los que tú estarás cansada, estresado y/o irritable, y habrá otros en los que le toque a ella. Es importante recordar que la mayoría de las veces tendréis que turnaros para poder sentiros así, de modo que la parte más serena pueda cuidar a la otra… y a cruzar los dedos para que vuestros días chungos no coincidan más que unas pocas veces al año.
Este artículo se publicó originalmente en Vogue.co.uk