Pérdida de colágeno: cuándo ocurre
A los datos que nos proporciona el doctor Paolo Facchinei Fleming, del área médica de The Beauty Concept, nos remitimos: “Entre los 25 y 30 años empezamos a perder un 1% de colágeno anualmente. Este proceso se acelera a partir de los 40 años”, afirma el experto, que aconseja actuar tanto preservando el colágeno remanente como estimulando la producción de nuevo. Y eso es posible (en parte) con buenos hábitos diarios. Aunque la medicina estética también puede hacerlo –los inductores de colágeno en forma de inyectables y radiofrecuencia son algunas de las grandes novedades en este terreno–, es necesario llevar a cabo ciertas prácticas cotidianas para prevenir esa degradación. Tal y como apunta Facchinei, “los buenos hábitos hacen realmente la diferencia, por eso antes de cualquier tratamiento médico siempre intentamos reeducar a los pacientes en ese sentido para obtener resultados óptimos”.
Y más si tenemos en cuentra otra afirmación (tajante) que nos hacen las doctoras Virtudes Ruiz y María Vicente cuando les preguntamos por la edad exacta a la que se produce esa ralentización en la producción de colágeno: “Sucede cuando dejamos de crecer y comienza el envejecimiento, a partir de los 24 años. En esa edad aún no lo notamos externamente, pero ya comienza nuestro envejecimiento interno”, afirman antes de dar la buena noticia: “Ese envejecimiento va a depender de nuestra genética y de nuestro tipo de piel, pero también de nuestros hábitos y cuidados. Todo ello hará que la producción de colágeno se ralentice más o menos”. Es más, las expertas explican que si bien la genética no podemos cambiarla, solo actúa en un 25% en este proceso de envejecimiento. Y el resto es la epigenética. “O, lo que es lo mismo, hábitos y hábitat. Nosotros podemos influir en nuestra piel y en nuestra salud, en general, en un 75 %”.
Qué es el colágeno y cómo influye en la juventud de la piel
“El colágeno es la proteína más abundante en el cuerpo humano y se produce gracias a la acción de unas células llamadas fibroblastos. Su función principal es la de crear y mantener las estructuras de los tejidos que forman el organismo, generando fibras resistentes, fuertes y flexibles conocidas como fibras de colágeno. Estas fibras unen los tejidos conectivos como los tendones, músculos o la piel y se ven afectadas a medida que envejecemos, ya que el metabolismo celular dérmico se vuelve cada vez más lento, influyendo en la velocidad de la síntesis de colágeno”, explica la doctora Mar Mira, de Clínica Mira + Cueto. A lo que el doctor Facchinei añade: “La disminución del colágeno, junto con la pérdida de elastina (proteína esencial en la piel encargada de aportar elasticidad) y la deshidratación cutánea, son tres de los factores clave que influyen en el envejecimiento de la piel”.
Cuestión de buenos hábitos
La naturaleza manda, pero solo en parte. Si bien es cierto, como explica la doctora Mira, que la capacidad de producir colágeno no es igual a los 30 años que en la menopausia –en este caso siempre irá en descenso–, “la edad no es el único factor determinante en la tasa de producción y/o pérdida de colágeno”. Es ahí cuando los buenos hábitos entran en juego:
7 hábitos para prevenir la pérdida de colágeno
#1. Reducir la exposición solar y usar SPF a diario
“La radiación ultravioleta afecta a la producción de colágeno en la piel, debido a la oxidación que producen los rayos UV favoreciendo la rápida destrucción de colágeno y la disminución de su producción. Es importante el uso de fotoprotección adecuada”, señala la experta de Clínica Mira + Cueto.
#2. Infusiones de té verde y jengibre
Es una de las recomendaciones del experto de The Beauty Concept, que insiste en que el consumo diario de agua y de infusiones en general es esencial para aumentar el ácido hialurónico nativo de la piel. De hecho, recomienda con fervor las infusiones antioxidantes y antiinflamatorias como el té verde y el jengibre. “Un ejemplo de sus beneficios son los pacientes asiáticos que combinan una dieta alta en fitoestrógenos provenientes de la soja con el uso riguroso de protección solar y los beneficios de esas infusiones”.
#3. Alimentos ricos en colágeno
Esta proteína, tal y como apunta Mira, puede encontrarse en:
- Carnes (pollo, pavo, cerdo).
- Pescados como el atún y el salmón.
- Lácteos.
- Frutos secos.
- Alimentos ricos en vitamina C (tomates, fresas, naranjas, pimientos, etc.) para ayudar a la producción de colágeno
#4. Reducir el consumo de grasas y azúcares
Y de alimentos procesados. “Afectan a la producción de colágeno y elastina por sus proteínas de baja calidad”, explica Mira.
#5. Evitar la falta de hidratación
Y eso implica no solo hacerlo mediante productos cosméticos, sino también favoreciendo la hidratación del organismo –“Nuestras células necesitan agua para regenerarse y eliminar toxinas”, apunta la doctora Mira– y la humedad ambiental mediante humidificadores en climas especialmente secos.
#6. Evitar el consumo de tabaco y alcohol
Resulta obvio, pero conviene recordar cómo actúan de forma negativa en la piel, deteriorando las fibras de colágeno, afectando a la retención de líquidos y a la oxigenación y nutrición de las células.
Sí, las relaciones sociales también favorecen el buen funcionamiento de la piel y de las fibroblastos que generan colágeno. Así nos lo explica Marie Hélène Lair, directora de comunicación científica de Clarins. “Todo tiene que ver con la epigenética. En resumen, el 85% de los signos de la edad están directamente vinculados a nuestro estilo de vida. Adoptando un estilo saludable podemos ser los ‘pilotos’ de nuestro envejecimiento, ya que solo el 15% está ligado a la herencia genética. Los cinco pilares de esa forma de vida sana son: alimentación, optimismo, manejo del estrés, práctica deportiva y relaciones sociales positivas”. Al fin y al cabo, las buenas relaciones con amigos y familiares son momentos de disfrute que nos alejan del estrés y, por tanto, se reduce el estrés oxidativo y la posibilidad de que esa microagresión altere el buen funcionamientos de las células de nuestro cuerpo.
No existen los milagros, pero los masajes constantes a diario ayuden en esa producción de colágeno. “Los fibroblastos son las células esenciales que producen colágeno y reaccionan al estrés mecánico de un masaje produciendo colágeno de calidad. Estas células pueden ser activadas mediante masajes controlados de presión, torsión y tensión. Con estos movimientos se envía una señal al fibroblasto para que produzca más y de mejor calidad», explica la dermatóloga Patricia Ogilvie, miembro del consejo científico Reverse Aging de Dior.