Perfume sólido (o no), ¿por qué es un secreto?
Hace unas semanas, Karol G volvía a encabezar el ranking de tendencias en TikTok precisamente por no desvelar el nombre de su perfume de confianza, tapándolo con una cinta negra en el icónico formato “¿Qué hay en mi bolso?” de esta cabecera. Fue ese misterio el que suscitó cientos de conjeturas, propuestas, teorías, certezas y alguna que otra apuesta en los comentarios del clip. Como cabría esperar, las pesquisas de sus millones de fans terminaron dando resultado: el elixir —que, según la colombiana, olía “al cielo y a los mismísimos dioses”— no era otro que el perfume masculino Bleecker, de Bond No. 9 New York. Misterio resuelto, sí, pero ¿por qué la Bichota no quería revelar el nombre de su perfume? Bien, en realidad no es ninguna extravagancia de celebritie; para muchos, el olor de su fragancia es algo privado, intransferible e íntimo.
En mi caso, nunca formé parte de ese club. Desde siempre los perfumes han sido mi talón de Aquiles y raro es el año que no añado, al menos, media docena a mi colección. Así, nadie pudo nunca asociarme con un olor; cada día lo varío según mi estado de ánimo, mi look, mis planes o, directamente, cedo la decisión a la aleatoriedad y tiro a por el que más a mano tenga en ese momento. Total, todos me gustan. Al menos, hasta hace relativamente poco ese era mi modus operandi… Hasta que descubrí MI olor. Como Karol, reconozco que ahora que lo he encontrado a mi tampoco me hace demasiada gracia revelarlo, pero, como compartir es vivir, he decidido desvelar mi secreto: el nombre del aroma que ha relegado a un segundo puesto a los otros 18 perfumes de mi tocador.
PHILOSYKOS, de DIPTYQUE
Curiosamente, fue durante un viaje a Milán cuando lo descubrí. Siendo estrictamente fiel a la realidad fue en los aseos de la T4 en Madrid, pero para qué restar elegancia al asunto. El tema es que vi cómo en el tocador de al lado una chica sacaba la cajita más mona del mundo de su bolso. Al principio pensé que era un bálsamo de labios, pero quién en su sano juicio se pondría bálsamo de labios detrás de las orejas, en la muñeca o en el escote. La pregunta fue inevitable: “¿oye, qué es eso y por qué huele tan, pero que tan bien?” “Philosykos, de Diptyque”, dijo, “siempre lo llevo encima cuando viajo”. Aún no había terminado la frase cuando yo ya estaba googleando el nombre del que sería mi nuevo perfume de confianza hasta la fecha. Spoiler: fue un ‘añadir a la cesta’ a primera vista.
Un perfume sólido con aroma a Grecia, a verano y a higos
“Aplicado sobre la piel, el perfume sólido Philosykos revela el frescor de las hojas, el sabor lechoso de los higos, la densidad de la madera del árbol. Un gesto de perfume delicado y sensual: una oda al recuerdo de un verano pasado entre huertos silvestres bajo el sol de Grecia”, reza la ficha de producto de Philosykos en la web de Diptyque. Una descripción que terminó de convencerme: era el aroma perfecto para el verano; ni muy dulce ni excesivamente fresco, intenso pero nada pesado, duradero en la piel, pero sin resultar avasallante. Y todo ello envuelto en un precioso estuche recargable —con grabados inspirados en la vibrante capital griega—, perfecto para llevar siempre en el bolso y evitar conflictos en los controles de los aeropuertos. Si el perfume de la Bichota olía a ‘los mismísimos dioses’, este huele a diosa griega.