Poderío de récord de España: vence a Bulgaria e iguala la marca de Del Bosque con 29 partidos seguidos invicta | Fútbol | Deportes

La travesía de la selección española hacia otra era dorada sigue sin sobresaltos, con un poderío avasallador con el que esta vez arrolló a la inofensiva y resistente Bulgaria, que pasó a ocupar el lugar número 29 del registro de rivales consecutivos que no han podido derrotar en competición al equipo de Luis de la Fuente. Desde el disgusto en Glasgow contra Escocia en su segundo encuentro como seleccionador en marzo de 2023 hasta el cuarto recital en la clasificación para el Mundial 2026, otro duelo con la portería a cero. Así igualó esta España el récord de partidos seguidos invicta de aquella de Vicente del Bosque entre el Mundial de Sudáfrica de 2010 y la final de la Confederaciones de 2013. La Roja sigue lanzada.

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Unai Simón, Robin Le Normand (Dani Vivian, min. 70), Aymeric Laporte, Pedro Porro, Alejandro Grimaldo, Pedri (Pablo Barrios, min. 67), Álex Baena (Yéremy Pino, min. 62), Mikel Oyarzabal, Martín Zubimendi (Aleix García, min. 62), Mikel Merino y Samu Aghehowa (Borja Iglesias, min. 45)

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Svetoslav Vutsov, Martin Georgiev, Petko Hristov, Atanas Chernev, Dimitar Velkovski, Filip Krastev, Radoslav Kirilov (Zdravko Dimitrov, min. 66), Stanislav Shopov (Kristiyan Stoyanov, min. 83), Ilia Gruev (Andrian Kraev, min. 88), Martin Minchev (Marin Petkov, min. 66) y Kiril Despodov (Vladimir Nikolov, min. 66)

Goles
1-0 min. 34: Merino. 2-0 min. 56: Merino. 3-0 min. 78: Atanas Chernev. 4-0 min. 91: Oyarzabal

Hubo mucha conversación previa sobre si descansaría Pedri, si De la Fuente le ahorraría desgaste justo antes de que se empine el calendario del Barça rumbo al clásico. No lo hizo, y se agradeció mucho. El partido era una especie de ejercicio de entrenamiento en el que se había prescindido de la mitad del campo defendida por España. Incluso sobraba la mitad de la que defendía Bulgaria, en muchos tramos con una línea de seis, una multitud apelotonada frente a su área. O más atrás, cuando la Roja los hacía recular. En ese panorama asfixiante, esa promesa de frontón perpetuo que anticipaba una noche de tostón desesperante, Pedri es una especie de aparición.

Se movía entre los búlgaros como si fueran un ejército de soldados de terracota. Provocaba la ilusión de bailar muy lento pero velocísimo al mismo tiempo. Flotando. Con el balón como amarrado con un cordel a sus botas. Navegaba elegante entre líneas por un territorio cuyos mapas no reflejaban espacio alguno. Tocaba con Baena, buscaba a Samu, que tenía de nuevo minutos con la selección y se fajaba de espaldas tratando de abrir paso hacia el gol.

España abordaba de nuevo a una defensa caparazón, y otra vez le faltaban Nico y Lamine, excelsos burladores de vigilancias imposibles. Pero allí estaba Pedri, que regatea con el pase y danzando entre rivales. El azulgrana alternaba envíos a las llegadas al área de Baena y Oyarzabal con sus propias incursiones. Se plantó delante de Vutsov, picó la pelota y golpeó el larguero. Todo empezaba en el canario y casi todo se extinguía en las manos del portero búlgaro, notablemente inspirado.

No sucedía nada en la otra dirección. A Bulgaria no le duraba el balón más de tres pases. Samu y Merino se tiraban a por los defensas que intentaban salir. Unai Simón contemplaba la función con las manos en los bolsillos, pero la Roja no sacaba premio. Hasta que Pedri cruzó otro envío al segundo palo y repitieron la jugada con la que abrieron el marcador el sábado contra Georgia. Le Normand tocó de cabeza al centro y ahí apareció Merino para marcar, como había aparecido Yeremy Pino en Elche.

Llegó el gol y el encuentro siguió por el mismo camino, siempre hacia el inspirado Vutsov, salvo dos sobresaltos para Unai Simón, que se encontró a Despodov corriendo hacia él, dos ocasiones únicas que el delantero desperdició chutando fuera. Tanto resistir atrás, para nada.

España seguía a lo suyo. Borja Iglesias entró por Samu después del descanso y enseguida cazó dos centros que cabeceó fuera por poco. El delantero del Celta sabía con precisión dónde iban a caer los envíos, pero no acertó. El que lo hizo fue Merino otra vez. Leyó la comba de Grimaldo, se elevó en el área y anotó el segundo también de cabeza Su sexto tanto en los últimos cuatro partidos con la selección. El equipo que hipnotiza con el pase y deslumbra con la imaginación del regate, también pica desde el aire. Gana por todas las vías, cada vez con más registros.

Hasta recibió una pequeña ayuda búlgara, cuando Aleix García alcanzó la línea de fondo y dio un pase al área con el que Chernev marcó en propia puerta. También cuando derribaron a Merino en el área y Oyarzabal, el especialista, esta vez sí, se hizo cargo del penalti y dejó su nombre en el registro del partido con el que esta selección alcanzó un récord de la mejor España.

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