Pedir ayuda en el trabajo te convierte en mejor profesional
Ser productivas, demostrar lo valiosas que somos, tener la capacidad de atender de manera eficiente todas las áreas de nuestras vidas y conservar esa sana ambición que nos permita superarnos cada día, parecen, a priori, signos positivos de la mujer de cualquier mujer de nuestro entorno. Aunque lo cierto es que, para muchas, desemboca en un exceso de carga que a menudo pasa factura. Si bien es cierto que no es un problema exclusivamente femenino, las mujeres siguen dedicando más tiempo al cuidado de los hijos y las tareas del hogar, según la última encuesta acerca de las percepciones sobre la igualdad entre hombres y mujeres que ha realizado el CIS. Mientras que ellas dedican 412,25 minutos (6,7 horas) a sus hijos, ellos ocupan unos 228,88 minutos (3,7 horas) de su tiempo.
Frente a esta necesidad autoimpuesta de querer llegar a todo, se le suman las expectativas sociales que poco tienen que ver con la realidad, donde decir que no podemos asumir tantas tareas o simplemente pedir ayuda, se traduce como un signo de debilidad. “Pedir ayuda es un reconocimiento de nuestras limitaciones, por tanto, estamos aceptando que hay otra persona que tendrá una mayor capacidad para manejar una situación, o para entender un problema que nosotros no sabemos resolver. Eso significa tener un punto de humildad que a veces no es fácil”, explica el Dr. Xavier Fàbregas Pedrell, director médico de Mas Ferriol y médico especialista en adicciones y trastornos de salud mental.
Por otro lado, Natalia de Vita, mentora de carrera profesional y coach ejecutiva, ha visto cómo muchos hemos crecido con esa falsa creencia de que debemos poder con todo. “Nos enseñaron que ser autosuficientes es una señal de éxito, y esto genera una resistencia interna a reconocer nuestras limitaciones o áreas de mejora. También tiene que ver con el miedo a no cumplir expectativas o que nos cataloguen como personas incompetentes”.
¿Por qué nos da miedo?
Según el doctor Fàbregas, cuando pedimos ayuda abrimos la posibilidad de ser juzgados como personas menos válidas, y no solamente por esa persona a la que recurrimos, sino entre el grupo de los iguales, esas personas que están en el mismo nivel y con las que a veces competimos. “Todos recordamos la dificultad de levantar la mano en clase para preguntar una cosa al profesor, porque existe la posibilidad de que los otros alumnos te consideren que no eres tan listo como querías demostrar”.
De Vita acompaña a mujeres líderes a expandir su carrera profesional y en su experiencia, aceptar que no tenemos todas las respuestas y que a veces necesitamos el apoyo de otros es un acto honesto y requiere mucha valentía. “Pedir ayuda es una muestra de inteligencia emocional y autoconocimiento, no de debilidad”, arguye. Aunque parezca increíble, a muchas les cuesta trabajo, incluso, distinguir el momento en el que necesitan ayuda, aunque para el doctor Fàbregas la clave está en las sensaciones que se derivan de los problemas que enfrentamos. “Cuando la dificultad por resolver ese conflicto nos está produciendo un elevado nivel de malestar, bien sea con respecto a la angustia que nos produce el no encontrar una solución, o al tiempo que dedicamos dándole vueltas, es momento de pedir ayuda externa”.