Más allá de los cuidados veraniegos en donde una pedicura perfecta se convierte en capital, los pies son los grandes olvidados y cargan —de forma literal— con todo el peso de nuestra existencia. Jesús Serrano es fisioterapeuta, y en su libro La salud a tus pies, propone una serie de hábitos saludables y ejercicios para cuidarlos y, de paso, prevenir enfermedades. Serrano afirma que las funciones del pie son soportar, amortiguar, impulsar, corregir, sentir… “Es la parte del cuerpo que está en contacto con el suelo y es de vital importancia para el día a día y para un futuro saludable”. Arguye que el calzado moderno impide en gran medida el desempeño de estas funciones, ya que lo considera un elemento “frágil” que hay que sobreproteger, sujetar, elevar y comprimir y asegura que, como ocurre con el resto del cuerpo, el pie debe ser entrenado y estimulado para que cumpla su misión. “Dedos separaditos y bien alineados, puente fuerte y elástico, que se adapte al terreno, tobillo con todo su recorrido articular… En general el pie debe verse ancho y musculado. No hace falta llegar a extremos de los pies de las poblaciones “descalzas”, pero son un buen modelo de vida”.
Los pies son los cimientos de una buena salud
Para el experto es fundamental que nos concienciemos de cómo influyen nuestros pies en el resto del cuerpo, y señala que incluso una uña encarnada basta para que todo el resto de nuestra fisionomía funcione peor, ya que la cojera que provoca afecta hasta la mandíbula. “El pie nos da información acerca del cuerpo entero en cada paso y movimiento. Una simple sentadilla con peor movilidad de tobillo o con unos dedos en garra, va a afectar muchísimo a su correcta ejecución”. Nos cuenta que observa serias dificultades entre las personas de 40 o 50 años, que no son capaces de guardar el equilibrio estando descalzos a la pata coja. “Los dedos han dejado de cumplir su función de estabilizadores porque el calzado moderno los ha deformado. ¡El pie ancho y fuerte hay que ponerlo de moda!”. Asegura con rotundidad que el 95% de las patologías modernas del pie son por el uso del calzado convencional. “No me refiero solo a los tacones, si no a todo el calzado con puntera estrecha. También a las zapatillas de “running” que nos han vendido como saludables por ser acolchadas y que no hacen otra cosa que atontar cada vez más los pies: dedos en garra, juanetes, metatarsos hundidos, neuromas de Morton, callos, uñas encarnadas, ampollas, etc”. Para Jesús Serrano, el motivo de que nos duelan los pies no es otro que el hecho de que no caben en el calzado que solemos utilizar y afirma que el pie está hecho para ir descalzo y que, si esto no es posible, se pierde el estímulo necesario para su correcto funcionamiento, se atrofia y deforma.
Consejos para mejorar la salud de nuestros pies
La clave para mejorar la salud de nuestros pies no es otra que la de pasar más tiempo descalzos y hacerlo por terreno enriquecedor: “en la naturaleza. Hoy en día es todo plano y liso en las grandes ciudades. Y además la gente lleva calzado con suelas gordas o acolchadas. Necesitamos devolver al pie a su vida original de trepar, arrastrarse, agarrar, correr, saltar, sentir. Todo esto es fundamental para mejorar y corregir cualquier patología del mismo”, explica el experto. Como no podemos ir descalzos todo el día, recomienda que utilicemos calzados con forma de pie y que respetan su biomecánica. “Podríamos decir que un calcetín con dedos y suela finita antideslizante sería el mejor. Aun así, hay que adaptarse al nivel de salud de cada usuario y valorar el terreno al que vaya a enfrentarse ese pie. Si vamos a correr por la montaña necesitaremos una suela más gruesa que la que usemos para ir al supermercado, pero siempre el calzado más sutil posible si nuestro pie está fuerte y sano. Si tenemos alguna patología, dentro de un calzado con forma de pie, podemos valorar más o menos suela, más o menos tacón o, incluso, una plantilla diseñada para llevar dentro de calzado respetuoso”.
Los pies también se entrenan
Al igual que el resto del cuerpo, el pie tiene músculos, articulaciones y huesos, todos ellos estimulables y mejorables con el movimiento, por lo que Serrano aconseja que hay que entrenar tanto el pie como el resto del cuerpo, descalzos. “Hay gente que no tiene dolores aún, pero no porque lo tenga sano, simplemente porque no le molesta. Pero son muchas las funciones que no puede desempeñar y que afecta a otras partes del cuerpo. No hay más que ver a tantas personas mayores, sin grandes dolores en los pies, pero con diversos problemas de equilibrio y de posturas”. Para entrenarlos, además de andar descalzos en casa y en todo entorno seguro, debemos usar calcetines y calzado con forma y tamaño correcto, lo más fino y flexible posible para que todo el pie trabaje y sienta el terreno, e introducir estos cambios poco a poco. “Hay que tener en cuenta que muchos pies están atrofiados por el calzado convencional, y que al igual que cuando empezamos a ir al gimnasio, debemos hacerlo gradualmente”. Asegura que pasados unos meses nuestro pie será más largo, ancho, con los dedos más separados y mucho más musculado.