Dejar en visto: el último pecado capital que en realidad nos ayuda a vivir más el presente
Son las 8 de la mañana y tengo varios mensajes pendientes en varias aplicaciones: WhatsApp, Instagram, Gmail. Alguien me ha mandado un mensaje directo en Instagram avisándome de que me han enviado un correo electrónico, y alguien me ha mandado un mensaje en LinkedIn preguntando por mi número. Ah, y también hay mensajes de Slack, de texto e, inexplicablemente, un mensaje de voz que también tengo que leer porque mi teléfono lo ha transcrito a mano. El efecto de todo esto no es muy diferente al de que te tiren de la manga repetidamente mientras intentas seguir con tu día: “Oye perdona, oye perdona, oye perdona…”
En los últimos años, he empezado a odiar mi teléfono. Odio que la gente piense que estás «desaparecida» si no asomas la cabeza por algún hueco virtual. Odio que no solo se espere que respondas, sino que se considere grosero que no lo hagas en un plazo determinado. Dejar a alguien en “visto” es el último pecado capital, a pesar del hecho de que, de lo contrario, responder sería casi un trabajo a tiempo completo, como ya lo es. La cultura de la respuesta, y la presión por responder inmediatamente, nos está robando la posibilidad de vivir de forma más presente y espontánea. En palabras inmortales de Lady Gaga: “I don’t wanna talk anymore”.
Soy lo bastante mayor como para recordar una época en la que esto no pasaba. En mi infancia, llamabas a la gente al teléfono fijo de casa y, si no estaban, dejabas un mensaje diciendo que habías llamado (soy consciente de que con esto parezco una niña de posguerra, pero sigamos). De adolescente, ya tenía móvil –primero una BlackBerry, luego un iPhone–, pero entonces no había tanta gente que se enviara mensajes. La mayoría de las personas que aparecían en tu teléfono eran amigos y familiares, en lugar de los miles de semiconocidos con los que estamos en contacto hoy en día, como una audiencia interminable y rotativa, armada de peticiones y consultas urgentes.
Con esto no quiero decir que no aprecie los mensajes de mis seres queridos o de las personas con las que trabajo, y si me has enviado un mensaje, no te odio, ¡te lo juro! A mí también me gusta cotorrear, pero creo que es necesario cambiar las normas sociales y las exigencias a este respecto. Reddit está lleno de gente que echa humo porque le han dejado en “visto”. «¿Por qué ignorar los mensajes al móvil está bien cuando ignorar en persona es de mala educación? Es tan poco razonable esperar que alguien me responda en un plazo de 72 horas?». La fluidez de la tecnología moderna nos ha vuelto más localizables que nunca, pero ¿qué ocurre entonces con nuestro derecho a permanecer ilocalizables?