Por qué dejarlo todo y crear un proyecto sostenible

El proyecto sostenible que transforma textil en muebles

Tras muchos años trabajando como diseñadora de prendas textiles, desarrollando colecciones y tratando entre marcas y fábricas de Bangladesh, India, Marruecos, China, Portugal o Turquía, Elena Hinrichs decidió fundar en su ciudad, A Coruña, Rudi 1944. Y lo hizo porque sentía que le faltaba algo, que quería aportar su experiencia, creativa y transformadora, al planeta y a la humanidad en general. Una semana después de que falleciera su padre tuvo la brillante idea: convertir la materia prima con la que estaba familiarizada desde hacía dos décadas en mobiliario de diseño. Sí, se dedicaría a transformar textiles en muebles. Un paso más allá del reciclaje. A este sueño hecho realidad le puso el apodo con el que todo el mundo conocía a su progenitor: Rudi.

Los comienzos no fueron fáciles, todo era muy experimental, Elena hacía infinitas pruebas para dar con un material que no solo fuera atractivo, sino también resistente a todo tipo de climas en exteriores. Una íntima amiga, Blanca de Castro, fue quien le dio la idea de formar una empresa a partir de este proyecto sostenible, y ahí es cuando la amistad mutó en sociedad. Esta andadura comenzó solo con dos almas aventureras y ahora, Rudi 1944 está formado por un equipo de 11 personas, entre las que cuentan con departamento de i+D, ingenieros, financiero, managers, equipo creativo, etc. “Aún es un equipo pequeño pero forman un sueño hecho realidad, partimos de un pensamiento pero estamos llegando a algo que cada día se hace más real y que cada vez sorprende más a medios y a empresas. Nos gusta ver cómo genera una recepción tan bonita, creo que es una idea que emociona”.

Esta idea también les ha traído más de un dolor de cabeza, “normalmente siempre con la parte administrativa, los trámites legales y burocráticos. Es lo que resulta más retorcido y complicado. En lugar de facilitar las cosas parece que te pongan obstáculos. Creo que debería de haber alguien que filtrase o ayudase con estos procesos”. Estas dificultades no empañan la ilusión de desarrollar un producto con el que esperan dejar huella. Según confiesa Elena, lo más satisfactorio de su proyecto es “ver lo mucho que motiva a la gente que se involucra en él. Queremos intentar implicar también a sectores menos favorecidos, generar algo más integrado. En nuestro proceso hay labores más mecánicas y será maravilloso integrar sectores que hayan tenido menos suerte y poder ayudar a dar un impulso a la sociedad, el concepto RUDI es eso… mejorar en todo lo que se pueda”.

Aunque Rudi 1944 no fue fundada con un fin centrado en lo económico, no deja de ser una empresa, pero una que se involucra en poner en valor el factor humano, el trasfondo ético y sostenible, en aliarse con emprendedores y profesionales que compartan sus mismos principios: “Mi intención es que esto sea cada día más creativo, poder involucrar a más técnicos, que sea más orgánico y a la vez más duradero; en otras palabras, que podamos sustituir las bases por materiales cada día más naturales a través del i+D y eso podremos conseguirlo con la influencia de inversores que se interesen por el bien del planeta, porque hace falta mucha investigación. También tenemos que aprender de nuestros errores. Si queremos seguir con la moda al ritmo de consumo actual tendremos que invertir muchísimo en el estudio de fibras que sirvan, por ejemplo, de compost para que dejemos de transformar nuestro textil en residuo y se transforme en algo fructífero para el medio. Hay un largo camino pero no tenemos mucho tiempo. Creo que necesitamos muchas cabezas juntas pensando en una misma dirección”.

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