Llevo años informándome acerca de la menopausia. Sus síntomas, las consecuencias de este baile hormonal en la salud y qué puedo hacer para llevarla lo mejor posible. Agradezco haberla vivido en una época en la que hay médicos maravillosos especializados en el tema, divulgadores, psicólogos y todo tipo de profesionales centrados en aportar herramientas valiosas para que las mujeres enfrentemos esta etapa vital mejor preparadas de lo que lo hicieron nuestras madres. Sin embargo, sigo sorprendiéndome cuando descubro que los pequeños olvidos, la variación de mi apetito o la sequedad en mis ojos también tienen que ver con la pérdida estrogénica.
A esa lista de cambios le he sumado los que presenta mi piel. Había leído que una de las múltiples virtudes de los estrógenos es que son capaces de aumentar el ácido hialurónico, lo que se traduce en una mejor hidratación, y que también intervenían en la formación de colágeno, imprescindible para el grosor de la piel, aunque con tantos frentes abiertos, no se me ocurrió pensar que necesitaba cuidados específicos y un asesoramiento experto.
Así funciona nuestra piel en menopausia
“Con el paso del tiempo la renovación celular cada vez es menor, lo cual con la perimenopausia y menopausia se agrava y en consecuencia la producción de colágeno y elastina disminuye. Esto se ve reflejado en que la piel cada vez es menos elástica y se forman arrugas más pronunciadas. En el caso del rostro, se percibe un menor volumen en zonas fundamentales como las mejillas y bajo los ojos, de forma que da una imagen más caída. Tampoco ayuda que la capacidad de la piel para retener agua se reduzca, lo cual, si se combina con la visión de rostro caído, potencia esa imagen de cansancio”, explica Silvia Giralt, esteticista y fundadora del Centro de Estética Avanzada Silvia Giralt.
Por si esto fuera poco, el tono de la piel también tiende a cambiar, ocasionando un aumento de la hiperpigmentación. “Esto es debido a que los estrógenos tienen un papel crucial en el equilibrio de los melancocitos, las células encargadas de producir melanina. Al disminuir esta hormona se provoca una producción irregular de melanina, lo que resulta en manchas oscuras, y a lo que debemos sumar la reducción de colágeno que vuelve la piel más vulnerable a factores externos y el estrés oxidativo, que pueden agravar la hiperpigmentación”, señala Giralt.
Qué signos podemos empezar a detectar desde la perimenopausia
Ojalá alguien me hubiera contado que, además de hacer ejercicio de fuerza, comer suficiente proteína y grasas saludables e incluir el magnesio a mis suplementos de cabecera, también debería haberme puesto manos a la obra para mimar mi piel. La doctora Elena Tévar es dermatóloga en la Clínica Dermatológica Internacional, jefa de la Unidad de Vitíligo en Hospital Ruber de Madrid y miembro de la comunidad de expertos de Womanhood, por lo que me pareció la persona adecuada para hablar de esos signos a los que debemos estar atentas. Destaca que durante la perimenopausia, las fluctuaciones en las hormonas provocan cambios como un aumento en la sequedad, a consecuencia de la reducción en la producción de sebo, dando lugar a irritación, picor, flacidez, arrugas e incluso atrofia. “Otra consecuencia es que al alterarse el equilibrio con la testosterona, puede haber una propensión a la aparición de brotes de acné”, indica Tévar.
Compruebo sin demasiados aspavientos que cumplo muchas de las afecciones mencionadas, aunque hay una que ha hecho saltar todas mis alarmas. “Además de todo lo anterior, hay un retraso en la cicatrización de las heridas, la barrera cutánea se ve comprometida y pueden aparecer una piel más reactiva, sensible o exacerbarse algunas patologías como los eccemas”, escucho mientras comprendo a qué se deben las rojeces de mi cutis, que antes no estaban.
Los cuidados que mi piel necesita cuando los estrógenos decaen
La doctora Cristina Eguren, dermatóloga y fundadora de su propia clínica, asegura que es esencial incluir una buena rutina facial durante esta etapa. Lo primero, es la limpieza tanto por la mañana como por la noche, y priorizar algún producto que ayude a reforzar la función barrera, “de esta manera la piel está menos sensible y es capaz de mantenerse hidratada sin depender de la hidratación externa”, además de no escatimar en la fotoprotección.