Qué fue de Chris O’Donnell, la cara bonita que fue el compañero de Batman y lo dejó todo por la televisión y la pizza

Si viviste en los 90, seguro que el nombre de Chris O’Donnell no solo te suena, sino que te trae pesadillas dignas de Vietnam. Iba para actor prodigio, con una nominación al Globo de Oro en su primer gran papel… Y entonces Batman (o, más bien, Robin) se cruzó en su vida, convirtiéndole en un chiste para un público que se moría por reírse de los famosos. Nunca volvió a ser el mismo, y desde entonces nos preguntamos… ¿Qué pasó con el último Robin del cine? ¿Qué fue de Chris O’Donnell?

Aroma de exitazo

Christopher Eugene O’Donnell nació el 26 de junio de 1970 (exacto, ya tiene 55 años) en Winnetka, un pueblo cercano a Chicago y, todo sea dicho, uno de los lugares más ricos de Estados Unidos, donde vivieron, por ejemplo, Charlton Heston, Rock Hudson o Virginia Madsen. Chris era el hijo de Charles O’Donnell Sr, uno de los directores de WBBM, una de las cadenas de radio más famosas de la zona. Vamos, que tenía ciertos contactos.

En 1983, mientras estudiaba, ya hizo sus pinitos como modelo, lo que le sirvió para estar cómodo delante de las cámaras. De hecho, en su adolescencia salió en anuncios de McDonald’s (junto a Michael Jordan) o los cereales Cap’n Crunch, entre muchos otros. En 1986, a los 16 años, consiguió su primer papel en una serie de televisión, durante un episodio de ‘Jack and Mike’, una olvidada serie que apenas duró 16 capítulos.

Tardó cuatro años más en pisar un plató: fue en la película ‘Los hombres no abandonan’, donde tenía un pequeño papel junto a Jessica Lange, Joan Cusack y Kathy Bates. El año siguiente volvió a repetir con la última en ‘Tomates verdes fritos’, y llamó la atención de Martin Brest, que le fichó para co-protagonizar, junto Al Pacino, ‘Esencia de mujer’. Este ganó el Óscar a mejor actor, pero O’Donnell se encontró, de golpe y porrazo, a sus 23 años, con una nominación a los Globos de Oro. Finalmente le venció Gene Hackman por ‘Sin perdón’, pero, definitivamente, su carrera estaba enfocada al éxito.

Y entonces, llegó Batman

En los años siguiente fichó como el mismísimo D’Artagnan en ‘Los tres mosqueteros’ y trabajó junto a Tommy Lee Jones, Minnie Driver y Drew Barrymore antes de que, en 1995, venciera a Leonardo DiCaprio, Matt Damon, Mark Wahlberg, Ewan McGregor, Jude Law o Corey Feldman consiguiendo uno de los papeles más ansiados de Hollywood: el de Robin en la nueva ‘Batman Forever’. La película ganó 336 millones en taquilla, más que ‘Batman Vuelve’, y se aseguró su continuidad en la franquicia… tristemente para él.

Entre ‘Batmans’, a Chris le dio tiempo a protagonizar ‘Cámara sellada’, junto a Gene Hackman y Faye Dunaway y ‘En el amor y en la guerra’, interpretando a Ernest Hemingway enamorado de Sandra Bullock. Y entonces, en 1997, llegó el desastre: ‘Batman y Robin’ fue un completo despropósito del que nadie salió bien parado. Todo el mundo se reía de los bat-pezones, del argumento, de los villanos, de los trajes, del absurdo… Fue el hazmerreír de aquel año, y O’Donnell consiguió dos nominaciones a los Razzie, como peor actor secundario y peor pareja, junto a George Clooney.

De hecho, había un spin-off pensado solo para él, pero después del descalabro todos los planes se borraron y su Robin desapareció para siempre. Pudo recuperarse a finales de los 90, donde apareció en películas como ‘Límite vertical’, ‘El soltero’ o ‘La fortuna de Cookie’, de Robert Altman, pero nunca volvió a ser lo mismo. En 2010, después de ser el marido de Jenna Fischer en ‘A Little Help’, decidió retirarse del cine por una buena razón.

Robin de familia

Y es que O’Donnell lleva desde 1997 felizmente casado con Caroline Fentress, con quien tiene cinco hijos. Quizá podría, pero lo de andar de aquí para allá, dependiendo de la suerte y lejos de su familia, no le apetece. Así, en 2009 aceptó un papel que le cambiaría la vida: el del agente especial G. Callen en ‘NCIS: Los Angeles’, que fue su principal sustento a lo largo de 14 temporadas y 323 episodios, de los que no se perdió ni uno solo.

De hecho, consiguió borrar sus errores pasados, y la mayor parte de la gente en Estados Unidos ya no le reconoce como Robin, sino como el agente Callen, un papel que le ha dado paz mental, dinero fijo anual y la posibilidad de tener una familia normal. De hecho, durante los años de grabación, apenas hizo cameos en ‘Robot Chicken’, ‘Padre made in USA’ o ‘Hawaii Five-O’. ¡Ah! Y además tuvo tiempo de abrir su propia pizzería, Pizzana, que ya tiene 7 restaurantes en EEUU y tiene una pinta, francamente, deliciosa.

Lo último que supimos de él es que ha conseguido fichar otra serie regular más de franquicia: a partir de septiembre será el capitán Don Sharpe en ‘9-1-1: Nashville’, el segundo spin-off de ‘9-1-1’ y una serie que puede darle exactamente lo que busca. Porque, francamente, ser un superhéroe está muy bien, pero la tranquilidad es lo que más se valora.

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