Lo primero que llama la atención de Anora, la protagonista de la película homónima de Sean Baker, es su pelo. Es negro como el azabache, y brilla hasta en la oscuridad. Pero la nueva película del realizador estadounidense no es Blancanieves, sino más bien Cenicienta, cuya protagonista empieza sumida en la pobreza y acaba en el más suntuoso de los palacios. Y para interpretarla, Baker ha elegido a la actriz Mikey Madison, a la que ya hemos visto en varias ocasiones a caballo entre el cine independiente y las franquicias de gran presupuesto. En Anora interpreta su primer papel importante, que sospechamos podría lanzarla al estrellato. O al menos eso merecería, ya que su interpretación logra un equilibrio casi perfecto entre la rabia y la delicadeza. Hablamos con la joven actriz el pasado mes de mayo en la Croisette, donde presentó Anora, que acabó haciéndose con la Palma de Oro en el Festival de Cannes 2024. Sin duda, su futuro será brillante.
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Mikey bajo el sol de California
A diferencia de su personaje en Anora, que deambula por Brooklyn tratando de emanciparse, Mikey Madison creció en la soleada California. «Imagínate cómo fue para mí rodar en invierno en Nueva York», bromea. «¡Me congelaba! Pero me encantó rodar fuera de los grandes estudios». Sin embargo, la interpretación no era precisamente la profesión que más atraía a la Mikey más joven, que era buenísima como saltadora de obstáculos, una pasión que le transmitió su madre: pasó su infancia rodeada de caballos, y hasta los 15 años se pasaba el día en los establos. Fue entonces cuando llegó el cambio. Años después, la película de Sean Baker la muestra muy lejos de su Brighton Beach natal.
Mikey Madison se familiarizó con el cine desde muy niña, s obre todo gracias a su padre, que le ponía películas de Francis Ford Coppola, Martin Scorsese y otros grandes nombres del séptimo arte que forjaron su conocimiento del cine estadounidense. Poco a poco, empezó a barajar la idea de convertirse en actriz. Para sus allegados fue una sorpresa, pues la consideraban extremadamente tímida. ¿Ella, en el centro de un plató? Imposible. Pero así fue: la Madison adolescente se apuntó a clases de interpretación y pronto una cosa llevó a la otra.