Raül Refree y Niño de Elche llevan 4 años presentando por el mundo un espectáculo de ambient e improvisación. Cuando al fin decidieron llevar al estudio algunas de las piezas que venían desarrollando, se encontraron con otras totalmente nuevas ligeramente más accesibles o «pop». «Pop» en el sentido de que aquí no hay pistas que duren 15 minutos, no de que haya estribillos, porque en absoluto los hay.
Los discos míticos de Brian Eno, por supuesto Sakamoto, proyectos de experimentación como Low o Arthur Russell y obviamente su propio bagaje creativo tras décadas en esto de formas tan diversas, han nutrido a los artistas en esta aventura que no acaba como creían. Particularmente les ha atraído la idea de acercarse a la espiritualidad y a la religión, e incluso a la música sacra, lo cual se siente en títulos como ‘Cruz’ o en el final de ‘Mi amén’.
Esta última también puede recordar a Angelo Badalamenti en sus últimos teclados, pues hay una enorme voluntad cinética en el desarrollo de estas pistas. Para muestra, la teatral ‘Salmo XXI’, que es casi como asistir a una obra protagonizada por Paco Contreras. Y ahí es donde hay que hablar de su expresiva voz y de su desgarrada interpretación vocal.
Desde luego no todas las obras que se consideren «ambient» han podido contar con una personalidad tan arrolladora liderando como la de Niño de Elche, en esta pista hablándonos de cámaras de tórtura, orfelinatos, psiquiátricos. La canción logra ser terrorífica, como luego lo será también ‘La escalera’, pero a su vez atrapa por completo y encoge el corazón, como hay álbumes de música experimental que jamás lo lograrán.
‘Salmo XXI’ se inspira en los salmos de Ernesto Cardenal, como otras composiciones adaptan de manera muy libre -siempre sin ser literales-, textos de Rilke (‘La escalera’), Peter Nadás (‘Nadás’) o Yannis Ritsos (el single ‘Antes de’). Respecto a esta última, es muy llamativo cómo en un álbum que se define como electrónico, es un elemento orgánico como un riff o un punteo el que produce el efecto más emotivo.
Sucede en la preciosa ‘Antes de’, también en ‘Tu voluntad’ e igualmente en las dos partes de ‘Salmo XXI’. Aunque para constatar la voluntad electrónica de ‘Cru+es’ tenemos la rotunda ‘Senescente mundo’ para cerrar. Podría haber sido arreglada por la Björk de ‘Homogenic’, pero son estos dos espíritus totalmente inquietos y libres quienes siguen dignificando la historia de la música de este país.