A los guionistas de Netflix se les acumulan las tramas para las próximas temporadas de la serie que ha provocado un estallido en los índices de popularidad de la Fórmula 1, y su definitiva penetración en Estados Unidos. Christian Horner ha sido destituido este miércoles de su cargo como director general (CEO) y jefe de la escudería Red Bull. El británico será sustituido de forma inmediata por Laurent Mekies, hasta ahora su homólogo en Racing Bulls, el segundo equipo de la compañía del búfalo rojo, a la vez que Alan Permane asumirá la vacante del francés. El movimiento de sillas será visible ya en la próxima parada del calendario, en Spa Francorchamps, el último fin de semana de julio.
Horner ha dirigido Red Bull desde que el gigante energético compró Jaguar y lo rebautizó con vistas al curso 2005. Lideró a la estructura de Milton Keynes (Gran Bretaña) en dos periodos dominantes. El primero, con Sebastian Vettel como punta de lanza, y el más reciente con Max Verstappen como principal reclamo. En ambos casos se consiguieron cuatro títulos, y todo parece indicar que allí quedará la cosa, al menos a corto plazo. Se interpreta que la revitalización de McLaren, líder indiscutible este año y prácticamente único candidato al entorchado, y el momento convulso por el que pasa Red Bull a todos los niveles, han jugado un papel decisivo en el despido de Horner, que ha asistido al desmembramiento de un grupo de trabajo que hasta hace unos meses parecía invencible. A la salida, veremos si momentánea o permanente, de una de las caras más reconocibles del paddock, y marido de Geri Halliwell —una de las Spice Girls—, le han acompañado las de Oliver Hughes, director de marketing, y Paul Smith, el de comunicación.
La controversia alrededor de la forma de gobernar de Horner arrancó coincidiendo con el fallecimiento de Dietrich Mateschitz, cofundador de la empresa que da alas, en 2022. El escándalo alrededor de las acusaciones de abuso de poder lanzadas sobre él por una trabajadora provocaron una evidente división interna en el equipo y en la matriz, a pesar de que el ejecutivo mantuvo el puesto después de que una investigación de un grupo independiente le exonerara.
De aquel bochornoso episodio a un lado quedó Horner, que se alió con el flanco tailandés de Red Bull; al otro, Helmut Marko, asesor deportivo de Mateschitz y una de las piezas con más influencia en todo el organigrama. El veterano austriaco, más polémico incluso que Horner por sus salidas de tono ante los micrófonos, tuvo de su parte a Verstappen y a su padre, Jos, un vínculo que se antoja clave en esta resolución. Tampoco han ayudado salidas como la de Adrian Newey, piedra angular en los éxitos de Red Bull y que aceptó la propuesta de Aston Martin, a quien aspira a reposicionar al frente de la tabla en 2026, cuando entre en escena el nuevo reglamento. Antes que el ingeniero ya habían abandonado el barco Jonathan Wheatley, director deportivo (Saubr) y Rob Marshall, el jefe de la división de ingeniería (McLaren).
El bajón en el rendimiento del monoplaza, que deja a la escudería en la cuarta plaza de constructores, y el baile de asientos en el segundo prototipo, difícilmente han remado a favor del excorredor de F3, cuyo próximo movimiento en el tablero todavía está por ver.
“El último año y medio ha sido un auténtico privilegio liderar el equipo junto a Peter [Bayer, CEO de Racing Bulls]”, dijo Mekies. “Ha sido una aventura increíble contribuir al nacimiento de Racing Bulls junto a toda nuestra gente talentosa. El espíritu de todo el equipo es increíble, y estoy convencido de que esto es solo el comienzo. Alan es la persona perfecta para tomar el relevo ahora y continuar nuestro camino. Conoce al equipo a fondo y siempre ha sido un pilar fundamental en nuestros primeros éxitos”, añadió.