Remedios Sánchez, la historia de la ‘mataviejas’ que se repite en Galicia | España

Remedios Sánchez sigue haciendo vida normal en la prisión de Teixeiro. Espera a ser llamada a declarar como investigada por la muerte de una mujer de 91 años en A Coruña el 3 de octubre. Supuestamente, la asaltó en su casa tras ganarse su confianza durante sus permisos penitenciarios. Se repite lo mismo que ocurrió hace 19 años, pero con otro contexto: esta vez no fue en la Barcelona a la que dejó en estado de shock tras matar a tres octogenarias e intentarlo con otras cinco en apenas un mes. Ahora, los hechos han ocurrido en A Coruña, donde según las sospechas policiales habría lisonjeado a la nonagenaria hasta lograr que la dejara entrar en su casa.

El cuerpo de su presunta última víctima, Carmen G. V., apareció en el baño de su domicilio, en lo que inicialmente parecía un accidente doméstico. Pese a las sospechas existentes y las preguntas a los vecinos el mismo día de la muerte, el caso se dio por cerrado. Pero según avanzó El Ideal Gallego, la aparición de una mujer desconocida en unas imágenes de la casa llevaron a un juzgado a paralizar el sepelio previsto en el tanatorio de Mabegondo y a pedir una autopsia judicial, en la que se detectaron lesiones compatibles con una muerte violenta por asfixia. Una huella hallada después en el domicilio y el análisis de la fotografía permitieron señalar a la Reme como investigada, a la espera de que se le tome declaración.

Desde la época de los crímenes que convulsionaron Barcelona, Remedios Sánchez se había alejado de su familia. Una persona que la conoce explica que no tenía relación alguna con su exmarido y que era escasa la que mantenía con sus hijos, que habían optado por vivir con su padre y se distanciaron de Remedios durante su juicio. En esa situación, Sánchez pidió en 2018 un cambio de prisión: de Brians 1 (Barcelona) a Texeiro (A Coruña), donde llegó en marzo de aquel mismo año. Superada una cuarta parte de la condena máxima (30 años, pese a que en realidad su pena sumaba 144 años de prisión), empezó allí a disponer de permisos ordinarios, durante los que supuestamente aprovechó para ganarse la confianza de la mujer a la que estranguló en su domicilio.

La forma de hacerlo concuerda con lo que ocurrió hace casi dos décadas: búsqueda de una mujer mayor que vivía sola, ganarse su confianza y robar en su casa tras agredirla violentamente, provocándole la asfixia. Así fallecieron en Barcelona Pepita, Adelaida y María, a quienes engatusó con la excusa de ir al lavabo, tener que tomarse una pastilla o curarse una herida. “Era muy rebuscada, fría, y cuando explotaba, explotaba”, explica alguien que trató con ella.

Durante el juicio, el abogado que la defendió insistió en los posibles problemas psiquiátricos que padecía y que, sin embargo, habían pasado desapercibidos en su lugar de trabajo, un bar en el que se encargaba de los fogones y era célebre por sus tortillas de patatas. “Soy incapaz de hacer una cosa así”, se defendió durante el juicio “la gallega”, como la llamaban en aquel establecimiento, también de nombre gallego. La Reme intentó derivar las acusaciones de los asesinatos y el resto de robos violentos hacia una mujer llamada Mari, a quien supuestamente alquilaba una habitación de su casa. Por ello, explicaba, habían hallado en sus domicilios las joyas de las víctimas que no habían llegado a las casas de empeños. El fiscal llamó a ese personaje, nunca hallado, “inquilina fantasma”.

“Esos ojos no se me olvidarán”, le señaló durante el juicio una de las supervivientes de sus ataques. Otras testigos decidieron declarar protegidas tras mamparas. Era una muestra del pánico que había dejado en Barcelona tras atacar a ocho personas de 70 a 96 años entre el 10 junio y el 3 de julio de 2006. Los Mossos d’Esquadra trataban su perfil como el de una asesina en serie y llegaron a hacer una petición pública a la gente mayor de la ciudad una vez que cometió la séptima agresión: “Desconfíen”, “cuidado con la gente que le ofrezca ayuda”.

El 4 de julio de 2006 apareció una pista a partir de la señal de un teléfono móvil y 200 mossos d’esquadra se movilizaron a lo largo de 10 manzanas del Eixample en un intento desesperado por detenerla. El entonces jefe de investigación criminal de los Mossos, Josep Lluís Trapero —hoy director de la Policía de la Generalitat—, se sumó al patrullaje en un coche hasta que pasó por delante de un bingo y, desesperado, entró a ver si había suerte. “Remedios, Remedios”, se dirigió a una mujer que echaba monedas en una máquina tragaperras. Era la Reme y en su bolso llevaba la agenda de la primera mujer a la que había asesinado.

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