El 21 de marzo de 2023 sucedió un hecho que cambió para siempre el rumbo de la historia, un hecho que será recordado durante siglos, un hecho que abrió la puerta a una nueva era: el 21 de marzo de 2023, Romy Mars publicó su tiktok. Ni siquiera hace falta explicar de qué tiktok se trata, pues hablamos de un minuto más icónico que muchas películas de Hollywood, pero aun así voy a recordarlo por si hubiera algún despistado: con la voz acelerada por un efecto y una vis cómica envidiable, mientras cocina una salsa para aderezar su pasta, Romy Mars cuenta que sus padres la han castigado. Tiene dieciséis años, así que ser castigada entra dentro de lo normal; lo destacable es la razón y la identidad de los progenitores. Romy ha intentado alquilar, usando la tarjeta de crédito de su padre, un helicóptero que la lleve desde Nueva York hasta Maryland, y lo ha hecho con el único propósito de cenar con su amiga del campamento. Romy es hija del músico Thomas Mars, líder de la banda francesa Phoenix, y de la directora de cine Sofia Coppola.
Saltemos al presente. El pasado 22 de mayo, un año y pico después de su aparición en la escena pública, nos despertamos con la noticia de que Romy, la pequeña Romy de la salsa de pasta y el helicóptero fallido, había sacado dos canciones. Así lo anunciaba su madre en su cuenta de Instagram, también su abuelo: ambos nos instaban a ir corriendo a escuchar su debut. Movidas por la fidelidad que debemos a una familia que durante décadas ha definido nuestro mapa sensible, respondimos a la llamada: Stuck up y From a distance forman parte desde entonces de nuestras listas de reproducción. Las canciones han sido escritas por ella y tratan sobre el verano y el amor (un amor que, pese a su juventud, la protagonista experimenta como si fuera el último). El sonido es el propio de una chica con buen gusto transitando un primer estadio de su carrera. En cualquier caso, la intención estaba clara: ahora que había entrado en nuestras vidas, Romy pretendía quedarse.
El abordaje al ámbito profesional ha sido, en realidad, la culminación de un proceso de pequeñas incursiones en el plano popcultural: después del famoso tiktok, vimos imágenes de Romy en el rodaje de Priscilla, pidiendo a su madre una foto con el guapísimo Jacob Elordi. Sofia se negaba, pero sí satisfizo el capricho de su hija el día de su decimoséptimo cumpleaños, en el que un Elordi vestido de Elvis le llevó una tarta. La adolescente más afortunada del planeta. En un momento en el que el término nepobaby está ya algo trillado, en una época en la que se celebra de nuevo la frivolidad, Romy presenta su privilegio sin demasiadas complicaciones (no lo oculta, no lo justifica). Algo en ella evoca la esencia de ciertos personajes de su madre. Todavía no la conocemos lo suficiente como para entender si ese punto de ligereza es resultado de virtudes o de defectos; lo que sí sabemos es que cuenta con una materia prima digna del interés que suscita.
No todo el patrimonio se constituye de dinero; cuando se debate sobre los beneficios de nacer en determinadas coordenadas, no solo se habla de economía sino de red de contactos, de nivel cultural, de los estímulos a los que uno está expuesto y los códigos que interioriza. Se me ocurren pocas personas en las que converjan más ejes que en Romy Mars. Es evidente que parte con ventaja, del mismo modo que su madre partió con ventaja. Pero también es evidente que, si creces en una casa como la de los Coppola, la naturaleza estimulante del entorno permeará en ti, haciendo más probable que desarrolles capacidades y talentos. Tan verdad es que el éxito de los descendientes de Francis Ford no existiría sin el éxito original de Francis Ford como que, siendo descendientes de Francis Ford (y habiéndose criado bajo su influencia), es lógico que cuenten con cualidades que conducen al éxito.
