De vez un cuando, todo plumilla que lleve 20 años escribiendo sobre artistas, necesita un revulsivo que le renueve las ideas y le motive. Ese aliciente fue para los madrileños C. Tangana en torno a 2015, y el colectivo Rusia IDK lo está siendo durante esta década. La diferencia es que antes las cosas crecían más despacio. Antes la noticia era que Puchito tenía un viral y llenaba la Sala Caracol, con capacidad para 800 personas, 3 o 4 noches seguidas. Y ahora la noticia es que tienes un viral, alquilas el Movistar Arena, vas ampliando el espacio, y terminas vendiendo todas las entradas.
Ha sido el caso de rusowsky para lo bueno y para lo malo. Sus canciones llevan 5 años sonando: son los que tiene ya ‘Dolores’, una de sus grandes obras junto a Ralphie Choo. Pero no ha sido hasta este verano que ha pegado el petardazo definitivo con el viral de ‘malibU‘, que acaba de alcanzar el top 10 en España. ¿Ha tenido tiempo de preparar un show y oportunidad para así exhibirlo frente a 15.000 personas, cuando su debut largo ha salido hace tan sólo 4 meses?
Los primeros instantes, ruso titubea. Hay problemas técnicos: se proyecta un vídeo suyo vapeando sin el audio, el segundo tema no termina de sonar. «¿Problemas técnicos tan pronto? ¡Vaya coñazo!», exclama, haciendo alarde de su naturalidad. El público, que se lo estaba cantando todo desde el segundo 0, le apoya y aclama su nombre. Nadie pita. En ese momento, esta crónica se va a llamar «El cariño de toda esta gente salva el concierto de rusowsky». Por suerte, enseguida es capaz de salvarse a sí mismo.
Ruslán Mediavilla ha preparado a conciencia este concierto, de composición quizá inspirada en Kanye West. Hay proyecciones ocurrentes, 100% generación Z; una docena de músicos y coristas se sitúa en un alto al fondo del escenario, todos vestidos de blanco y con gafas de sol cual maniquíes; el mismo ejercicio de peluquería y vestuario de ruso es un meme en sí mismo. Una mezcla entre un pijama lleno de brilli-brilli y unas pantuflas que hubieran hecho las delicias de Carmina Barrios o Carmen Sevilla, y luego un traje de lentejuelas que ni Raffaella Carrá. De esta guisa, ese momento en que sube unos peldaños y los salta, cual estrella de música jevi, hasta en 4 ocasiones consecutivas, es delirante y entrañable a partes iguales.

Los estímulos son tales que se van perdonando los problemas propios de alguien que obviamente nunca había llenado estos tamaños de estadio. El problema de audio regresa en una ocasión. La realización no debería hacer un zoom a una guitarra que no está sonando, sino a la que alguien sí está tocando. Cosas que se pueden corregir en el futuro, porque rusowsky ha venido para quedarse. Lo que no se puede trabajar, ni comprar, ni buscar, es la química entre artista y público, tan espontánea.
Cuando en el último tramo del setlist, ruso introduce ‘malibU’, dice que llega «el momento que todo el mundo está esperando». Su interpretación, con la letra proyectada sobre un fondo amarillo como el que ha identificado la era ‘DAISY’, es un delirio. Pero es que dudo que tanta gente la estuviera esperando, al menos en exclusiva. Ya habíamos visto muchos momentos mágicos antes, y a cuál más variado: el intimismo tipo bedroom pop de ‘4 DAISY’, el R&B futurista de ‘ALTAGAMA’, los beats entre el trap y el folclore de ‘pink + pink’. La gente no para de cantar cosas como «y si te digo, te quiero», «tengo su mirá clavada», de bailar cosas como ‘SOPHIA’.
También hay muchísimo amor para las canciones pre-‘Daisy’. Sobre todo para ‘mwah :3’, paradigma de la producción mutante, multigénero, sencillamente inclasificable del colectivo al que pertenece rusowsky, Rusia IDK. Un momento es una balada, al siguiente, un reggaeton. «Daría lo que fuera por decirte, que me dejes en paz, si me miras de esa forma, es imposible». Hablando de lo cual, fue muy significativo que sus colegas aparecieran como invitados. Tristán! fue el primero en una plataforma circular giratoria para ‘Cell’. mori solo se pasó a modo de wasap proyectado (también se exhibió un vídeo sobre el sello).
Ralphie Choo, cada vez más metido en su papel de sex symbol, descamisado, como llegando del after-party del día después porque así de futurista es todo lo que toca este sello, generó grandes vítores en ‘BBY ROMEO‘ y ‘GATA’, esta última sorteada de memes de ídems. Los abrazos que se daban ambos artistas eran bonitos de llorar. Se les veía eufóricos. Es precioso ser testigo -JENESAISPOP como medio oficial del evento- de lo que han conseguido sin el apoyo de radiofórmulas y al principio tampoco de las plataformas de streaming. Solo gracias al boca a boca, y al buen gusto de un público muy joven, a menudo estigmatizado por los medios. En este show solo se respiraba buen rollo, nada de «nosequién, hijo de puta». Si acaso «La Zowi Puta».
Y es que hubo más invitados sorpresa para poder llegar a los 90 minutos de concierto. Yo no sé si traerse a Latin Mafia desde México, para cantar un par de frases de ‘neo roneo’, mereció la pena. Yo no haría 20 horas de avión y aeropuertos para esto. La Zowi sí exhibió todo su carisma y devoró su propia cámara en ‘sukkKK!!’. Pero quienes terminaron de levantar al estadio -en sentido figurado, porque todo Dios pasó todo el concierto en pie- fueron Las Ketchup. A su parte en ‘Johnny Glamour’ sumaron un vibrante y 100% orgánico ‘Aserejé’ mientras rusowsky saboreaba el escenario, consciente de estar viviendo un momento histórico. Insisto: el ‘Aserejé’ en el Palacio de los Deportes, en pleno 2025.
Este momentazo, que ocurrió después de las colaboraciones con Ralphie, ‘mwah :3’ y ‘malibU’, enfilaron un final de concierto de órdago. Ralphie volvería para ‘Dolores’ y tras un par de brevedades más, todo el mundo se uniría a un playback de ‘VALENTINO’ que más que un bis, fue una outro para la celebración colectiva. «Hace tiempo que esto rebasó todas mis expectativas», dijo el artista. «Ha sido uno de los días más felices de mi vida. Lo voy a llevar siempre en mi corazón». Y nosotros, ruso, y nosotros… 8.