‘El celo’, el nuevo volumen de Sabina Urraca, aterriza en librerías el 9 de mayo.Alfaguara
¿Consideras que falta educación o empatía a la hora de entender, de manera desprejuiciada, cómo se establecen esas dinámicas tóxicas? “De hecho, creo que es algo que ocurre también con muchísimos otros temas que nos aquejan como sociedad. Hay de fondo una tendencia a buscar el blanco y negro. Se nos olvida que los seres humanos somos tan intrincados que a veces no nos entendemos ni a nosotros mismos. Nadie es siempre consecuente con todo lo que piensa, nadie es absolutamente bueno ni absolutamente malo. En el terreno de la ficción actual, cada vez es más difícil que la gente entienda por qué un personaje haría algo incorrecto, por qué se haría mal a sí mismo. Esa respuesta infantilista por parte de la sociedad es la que luego hace que, en una situación de maltrato, nadie te pueda comprender. Tenemos que ser más conscientes de lo poco héroes y heroínas que somos nosotros mismos. Tú puedes ser el malo de la película de otra persona”, argumenta.
La medicación también juega un papel interesante en el desarrollo de la trama. La Humana es adicta a los ansiolíticos, lo que hace que, para obtener la receta de turno, se vea obligada a ir a terapia de grupo. Allí conoce a otras mujeres víctimas de malos tratos con las que entablará una amistad simbiótica, redentora y urgente. “Están todo el rato drogándose para soportar esta situación. Últimamente, se ha hablado mucho del consumo de diazepam en mujeres. No sabemos vivir sin responsabilizarnos de nuestro entorno. Siempre estamos pendientes, cuidando, intentando mejorar nuestro aspecto físico. Tenemos que ser majas, educadas, serviciales. Desde pequeña, he tenido que vencer mi timidez para ser muy social, muy amable con todo el mundo. Estoy segura de que, si yo hubiera sido un niño, esto no hubiera sido así. He aprendido a superar un montón de barreras mías para ser funcional. Entonces, ¿cómo no nos vamos a medicar? ¿Cómo no nos vamos a decir: ‘Hoy, premio’. Y tomarnos medio ansiolítico? Yo también lo hago”, ahonda la escritora, periodista y editora invitada de Caballo de Troya hasta finales de 2024.
A pesar de la crudeza de la trama, el sentido del humor consigue abrirse paso en distintos pasajes. En especial, cuando la Humana recurre a ‘la sabiduría’ colectiva de la red para buscar información que le ayude a gestionar el celo de la perra –que se articula aquí como una metáfora de la propia animalidad del deseo humano–. “Me apasionan los chats de internet en los que la gente escribe mal y vierte todas sus frustraciones, sus furias y sus preocupaciones sin filtros porque nadie sabe quiénes son. Es como una rejilla de confesionario. Escribiría un libro que fuese solamente eso y gente en el parque hablando de sus perros. De hecho, este libro se llamaba inicialmente Club del suave lomito y estaba inspirado en un grupo de WhatsApp de gente que paseaba perros en Madrid. Lo que pasa es que esa perra en celo me pareció un reflejo de esa Humana que también habría cruzado calles y se habría dejado atropellar por ir tras la fragancia intoxicante del amor. Se me atravesó ese tema y dije: ‘No lo voy a desaprovechar’”, comenta la autora de Las niñas prodigio (Fulgencio Pimentel, 2017), Soñó con la chica que robaba un caballo (Lengua de Trapo, 2021) y Cha-cha-chá (Dueto, 2023).