El proyecto puede parecer la materialización del sueño de cualquiera que alguna vez haya fantaseado con tener un pódcast. Dos amigas que se juntan una vez a la semana para hablar de lo que les nace. “Nos conocemos desde el instituto. Puede parecer que no es mucho, pero creo que aquellos fueron los años más importantes de mi vida y allí tuvimos un crush inmediato. Nos vimos y dijimos: ‘estamos hechas la una para la otra’”, rememora la artista. “Soy antropóloga, periodista, redactora y ahora de repente estoy siendo actriz y podcaster sobre todo”, comparte Barrier quien, a pesar de ser una figura en las redes, es la menos conocida de las dos. “El pluriempleo tiene que ver con la precariedad. Tengo varios trabajos a la vez y alguno por el que no he recibido nada. A mí no me han pagado las prácticas de la universidad y siempre he estado en mil cosas, no es algo nuevo para mí”, explica Barrier. Hudson señala otra realidad: “Todo tiene que ver con esa corriente que llamamos los trabajos de mentira. Es decir, algo que te permita manifestar tus inquietudes artísticas o dedicarte a algo que estimule la pasión o te haga mayor ilusión. Normalmente, por desgracia, son cosas que no te dan para vivir”.
Optar por la autogestión les ha permitido en este más de medio año el tener una libertad a la hora de hablar que probablemente no hubieran conseguido con una gran productora detrás. Aunque tienen acuerdos con anunciantes, disfrutan de esa relativa independencia. “Yo le insistí un montón. Ella estaba con sus movidas y sus trabajos, había tenido un pódcast con Jordi Cruz y cuando se acabó dije ‘vamos a hacerlo’. Enviamos nuestras propuestas y no nos hicieron ni puto caso”, recuerda María Barrier. “Suponía un contraste muy grande para mí el pasar de una producción sustentada en una plataforma como Netflix a tener que gestionar algo, sobre todo por el nivel de trabajo que tenía por aquel entonces –ahora no es que vaya muy escasita–”, añade la artista. “Ante las negativas, María insistió. Pensé que era una idea buenísima y me alegro de haber confiado. Me hace mucha ilusión”, reconoce. Barrier elogia la mencionada libertad: “Al final es algo nuestro y colaboramos con las marcas que queremos. Trabajamos con June y con Iker, que son amigos y hacen de cámaras. Así me gusta mucho más y no querría cambiarlo”. Hudson apuntala esa idea: “El handicap es que no sacamos mucha rentabilidad. Al final es algo subversivo en el sentido de que en un mundo monopolizado por las marcas y donde los proyectos necesitan un mecenazgo, abogar por algo autogestionado que se apoya en la confianza y la complicidad de dos amigas es rompedor”.
Para Samantha Hudson, exponerse de una manera tan descarnada y atacar directamente a lo que no le gusta de la sociedad en la que vive, siempre desde una perspectiva inclusiva, diversa y plural, ha sido su día a día desde que se diera a conocer hace más de siete años. Sus palabras no dejan a nadie indiferente, algo que ha convertido ya en un modo de vida. “Más que pensar que persigo la controversia, creo que es ella la que me persigue a mí. Hoy en día tener un criterio o visión crítica se considera una provocación. Y es algo de lo que me he enorgullecido siempre”, cuenta. “Provocar cierta respuesta de los sectores más reaccionarios de la sociedad es un síntoma de que estoy en el lado bueno de la historia bajo mi punto de vista”, añade antes de apostillar: “No le tenemos miedo a la polémica porque tampoco se lo tenemos a equivocarnos y rectificar cuando sea necesario”.