Sampaoli: “Luis Enrique depuró a los individualistas” | Mundial de clubes 2025

Jorge Sampaoli (Santa Fe, Argentina; 65 años) se pide un té de jengibre en el bar del Hotel Sofía, en Barcelona, el mismo en el que se alojaba cuando dirigía a la selección argentina. Le gusta hablar de música, de política y, por supuesto, de fútbol. Lo hace, eso sí, curtido por los años en una industria cada vez más ligada al entretenimiento, pero sin haber perdido la pasión por el juego con la que empezó en Argentino de Rosario (Tercera División) y continuó, entre otros, en la selección de Chile (campeón de América), el Sevilla, el Olympique de Marsella y el Flamengo.

Pregunta. ¿Cree en la diferencia entre el técnico intervencionista y el gestor?

Respuesta. Sí, es real la diferencia. El ser humano también ha modificado sus conductas, se ha vuelto demasiado hermético, demasiado individualista. Y el futbolista no es ajeno a eso. Están sometidos a las redes sociales, que son sus críticos diarios. Es muy difícil conmoverlos detrás de una idea futbolística cuando hay tanta gente a la que solo le importa ganar.

P. ¿Pero eso es consecuencia solo de las redes sociales?

R. Las redes sociales lo exageraron mucho más. Me tocó dirigir en la liga brasileña: festejan un lateral. Están oprimidos. Antes el jugador era libre, jugaba a la pelota. Sentía el juego como algo natural. Ahora tienen tantas obligaciones que se han convertido en un futbolista obrero.

P. ¿Qué es un futbolista obrero?

R. Es el que recibe un montón de indicaciones y pierde naturalidad. Si al jugador le das mil datos, pierde su esencia. Con el tiempo, por más intervencionista que seas, entendés que hay que simplificarle el mensaje. Si lo complicás, el jugador se aleja del entrenador. Puede pensar que sos un profesor, cuando en realidad sos su entrenador. Y como entrenador, tenés que potenciar lo que hay. Por eso, la simpleza y la percepción de lo que le pasa al futbolista son claves, Así lo hace Ancelotti. Él profundiza las capacidades individuales y así se impone a los entrenadores más intervencionistas.

P. Xabi Alonso parece un entrenador intervencionista.

R. En el Madrid han tenido éxito técnicos que supieron manejar el talento con mucha capacidad. Rodrygo, Vinicius y Mbappé: los tres quieren jugar por izquierda, pero se terminan acomodando por personalidad.

P. ¿Y Luis Enrique?

R. El éxito de la transformación del PSG fue que Luis Enrique depuró a los individualistas y convenció a los que podían adaptarse a su forma de jugar. Tuvo éxito, como Arteta, y por supuesto, Guardiola. Pep siempre impuso la idea por encima del nombre. Cuando el nombre no se adaptaba, cambiaba.

Jorge Sampaoli, durante su etapa en el Flamengo.

P. ¿Qué tienen en común el intervencionista y el gestor? ¿Ganar?

R. La seducción.

P. ¿Cómo es eso?

R. La seducción tiene que ver con un intervencionismo moderado. El extremo murió. En Sudamérica, sobre todo la escuela argentina, hay entrenadores muy capacitados desde el juego. Después viene la capacitación, la interpretación y convencer a un grupo de futbolistas con un entrenamiento teórico y práctico que no les dé tanta información. Hoy se trabaja mucho para neutralizar al rival y aprovechar un error para hacer una transición rápida y convertir. Nadie quiere tanto la pelota. Los equipos que intentan dominar son muy pocos. Y eso es difícil, genera más errores. Cuando querés ser protagonista, cometés más errores. Y hoy, un error es una condena.

P. ¿Una condena para el juego o para el entorno?

R. Para el entorno. El entorno no soporta el error. En un juego con tantas acciones, deberíamos aceptar el error como algo natural. Entonces se la pasan sin querer jugar. Es muy exigente. Y eso limita a los atrevidos.

P. Hasta que aparece un Lamine Yamal

R. Eso, gracias a Dios, todavía existe. Es un irreverente. ¿Por qué se ha emparejado tanto el fútbol asiático y el africano? En el Mundial de Clubes no va a haber tanta diferencia.

P. ¿No existe el mundo Champions y el resto?

R. Si mira el formato anterior, los asiáticos compiten muy bien contra los sudamericanos. Incluso los han eliminado. Los equipos europeos llegan con un calendario largo, sin motivación, sin chispa.

P. ¿Pero no tienen mucho más presupuesto que los sudamericanos?

R. Sí, hay diferencias. Porque hay jugadores que te resuelven un partido con una acción individual. Pero igual lo veo parejo. Algunos equipos esperan ese torneo, otros no. En países como Brasil, sus equipos han crecido mucho. La liga brasileña es fuerte y muy competitiva. Hay jugadores que prefieren jugar allá antes que en equipos medios de Europa. Lo viví. En Brasil hay 10 equipos que pelean el Brasileirao.

P. ¿Y cómo explica entonces la crisis del fútbol brasileño?

R. Es un fútbol descontrolado. Físico, agresivo y con poco juego. Va contra su historia. Hay que ganar sin jugar. Hoy hay ausencia de laterales, de volantes, de delanteros. Históricamente, tuvieron a Romario, Ronaldo, Careca… mil nueves. Hoy no hay de ese nivel. El último entrenador citaba cinco extremos por cada lado, todos buenos, y alguno tenía que ir por dentro. Lo mismo le pasa a Mbappé: su mejor rendimiento no es por dentro, sino desde afuera hacia adentro. Cuando está adentro, está incómodo. Está en un cajón.

P. ¿El crack no termina siempre jugando por dentro?

R. Sí, los asociativos. Los determinantes, no. Luis Enrique puso a Dembélé por dentro para generar desde lo individual. Para jugar por dentro, tenés que tener una conexión muy grande con tus compañeros.

P. Lamine tiene pinta de que puede jugar por dentro.

R. Sí. Una cosa es jugar muy bien al fútbol, otra es comprenderlo. Comprenderlo lo hacen pocos. Para jugar por dentro, hay que entender el juego. Por eso, si insistís con una idea, pero no tenés los jugadores para desarrollarla, terminás condenado al fracaso.

P. Hábleme de Mastantuono.

R. Es un pibe de 17 años que comprende el juego como uno de 27. A estos jugadores hay que dejarlos libres. Cuando les pedís automatismos, se les va la libertad. Hoy, cuando aparece un futbolista argentino de esa calidad, se lo percibe al toque. El fútbol argentino, como el brasileño, se volvió una constante pelea: con el árbitro, con el rival, con todo.

P. ¿Eso le aburre?

R. Hasta incluso verlo. Hace rato que no veo fútbol. Veo muchos partidos, pero poco fútbol.

P. ¿Y en qué equipos sí ve fútbol?

R. En el PSG. En la Premier: Arsenal, City, Liverpool. En España: el Barcelona.

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