Solo trato de ser mejor persona. No me veo como un modelo a seguir ni como un símbolo, creo que se trata de un movimiento mucho más grande que yo en busca de un cambio en Irán. La gente está luchando por su vida, su libertad y sus derechos. Es muy inspirador y me alegra ayudar a que esas voces se escuchen más. Al ser un país tan estricto, incluso las cosas más simples pueden tener un impacto verdaderamente grande. Por ejemplo, hay muchas mujeres que salen a diario a la calle sin velo poniendo en riesgo sus vidas, pero convencidas de que deben generar un cambio.
¿Consideras que como sociedad deberíamos reservar el concepto de líder a quienes proponen un cambio positivo?
Creo que cuando las personas alcanzan el poder, muchas veces se vuelven egoístas y eso lleva a situaciones negativas. Personalmente, pienso que impactar positivamente en nuestro entorno, aunque sea en pequeñas cosas, es lo que marca la diferencia. La política puede ser peligrosa y complicada, es importante enfocarse en las personas y en lo que realmente necesita cambiar. Por ejemplo, en Irán, los líderes parecen preocuparse más por mantener su estatus que por el bienestar del país y de su gente.
En el ajedrez todo es blanco o negro. ¿Ves la vida así también?
Evito pensar así. Me quedo con otras cosas que el ajedrez me ha aportado, como la paciencia o la capacidad de aceptar las derrotas. Hay deportes en los que, si pierdes una partida, debes volcar toda tu energía; en este, debes mantener la tranquilidad y, si pierdes, estrechar la mano de tu oponente. Creo que, en general, los ajedrecistas acabamos labrando una especie de paz interior.
Eres una mujer iraní ocupando el espacio público, además, con méritos. ¿Te gusta pensar que puedes estar inspirando a las niñas de tu país a soñar en grande?
Cuando empecé a jugar al ajedrez siendo pequeña no había muchas chicas que hubieran destacado en el deporte en mi país. Aun así, me inspiraron muchísimo las pocas que estaban en el equipo nacional [de ajedrez]. Más tarde, ver a personas, incluso más jóvenes que yo, sacrificando tanto por lo que creían correcto, me impulsó a hacer lo mismo y a inspirar a otros. Creo que este proceso de inspiración mutua es fundamental. Cuando Judit Polgár desafió las normas del ajedrez femenino al competir con hombres, animó a muchas chicas a adentrarse en este deporte. Desafiarnos a nosotros mismos y mejorar, inspira, a su vez, a otros a hacer lo mismo.