Erika Lust: Es que es la primera separación que has sufrido. Para volverte un ser propio, te has separado de una madre.
Sara Torres: Hablar de la intimidad implica también hablar de las intimidades. A la intimidad sexual llegamos como adultas habiendo vivido otros vínculos de intimidad no sexual que nos han determinado como cuerpos deseantes. Ese es un viaje que tenemos que reconocer también cuando hablamos de estas cosas.
Vogue: Quizá hay un punto en común entre vuestras obras y es que no creáis teniendo solo en cuenta la mirada del hombre heterosexual.
EL: En mi mundo existen los hombres heterosexuales porque yo vivo en una relación heterosexual desde hace muchísimos años. Tengo un hombre presente en mi vida, aunque quizá es un hombre particular y no el típico que imaginas cuando piensas en uno. El tema de la masculinidad ha estado muy presente en mi mundo en los últimos años porque también tengo un hijo que ha transicionado. Yo, la verdad, he pensado más en ese tema en los últimos años. Hay muchas historias interesantes ahí, en esa transición, y cómo afecta.
ST: Es importantísimo que haya personas que piensen en los hombres, pero también otras que puedan vivir sin pensar en ellos. Para que haya diversidad cultural, es necesario liberar algunos cuerpos de la obligatoriedad de estar teniendo en cuenta a los hombres. Ahí empiezan a pasar cosas de lo más interesantes y distintas. Para mí es la identidad hombre lo que no está presente en mi vida porque a mis amigos queer no los percibo como hombre. No se me ocurre. Comparto mi vida con ellos, pero no son ¿no? [risas] Están muy lejos de ese hombre cishetero que se identifica como tal y quiere defender esa identidad ante los cambios que experimenta el mundo. Otra cosa son los cuerpos que hayan socializado como hombres en la infancia, pero estén en el mundo haciendo otras cosas.
EL: Cambia todo muchísimo cuando rompes con la idea del binarismo. Todos somos socializados en el heteropatriarcado. Creces y enfrentas la vida desde este punto de vista y de repente, un día, algo empieza a cambiar. Te das cuenta de que estás dentro de un sistema y no te habías dado cuenta de que era un sistema. Ahí empiezan a pasar cosas muy interesantes. El viaje que yo he hecho estos últimos cinco años ha hecho cambiar muchísimo mi mundo. Ya no veo las cosas de la misma manera, pero sí la necesidad de cambiar ciertas maneras de pensar y cierto derecho que consideran que tienen muchos hombres cis, sobre todo los heteros, sobre las mujeres. Cambiar cómo nuestra sexualidad les pertenece o cómo les tiene que servir. En mis películas, entro en esos códigos porque muchos vienen a ver mi trabajo con curiosidad. Les interesa el porno en general, entran viendo quizá una película que es más su estilo, pero poco a poco, en ese universo, se va abriendo a otros sabores y otras ideas. Realidades, identidades, sexualidades. Ahí ellos se van reeducando sin darse siquiera cuenta.