Shawn Mendes ofrece más optimismo que intimidad en Madrid

Shawn Mendes presenta en recintos tipo Movistar Arena su último álbum, que decidió que se llamara simplemente ‘Shawn‘, tenía un carácter más acústico y retrataba su crisis de identidad. Sólo este mes acaba de cumplir 27 años. Quizá por ese carácter más retraído, quizá porque el disco no ha tenido la aceptación comercial de los anteriores, ha llenado el foso de sillas. Solo recuerdo haber visto sillas en el antiguo Palacio de los Deportes en un par de ocasiones: para Leonard Cohen, cuando ya rondaba los 80 años, y para George Michael, en uno de sus pretenciosos conciertos sinfónicos que mejor olvidar.

Las sillas parecen solo atrezo en este caso: ni el concierto es tan acústico, pues las partes más íntimas duran más «segundos» que «minutos», es decir, son solo partes de algunas canciones; ni la gente está por la labor de permanecer sentada.

‘On the Road Again Tour’ tiene un arranque curioso. Los músicos, numerosos y solventes, ya están sobre el escenario, cuando la cámara empieza a enfocar a Shawn Mendes a punto de subir a las tablas. Su público enloquece. Él sonríe, se dirige a la cámara con cara de «¡vamos allá!», y entonces ya sí sube al escenario y la gente grita más y más fuerte.

Ni Shawn dejará de sonreír durante los siguientes 90 minutos, ni sus fans de chillar. Tan pronto como en la cuarta canción, declarará: «llevamos poco tiempo de concierto, pero ya puedo decir que esta es la audiencia que más ha gritado de toda la gira». Pero detengámonos un momento en su sonrisa, en su simpatía. Varias veces preguntará «Madrid, ¿cómo está?», se esforzará por hablar castellano, repetirá «Madrid, te amo, te amo, te amo», se mezclará entre el público para repartir abrazos, recibir regalos y firmar cosas, y recogerá todas las banderas españolas que le lancen, aunque con una casi tropiece y caiga al suelo, cuando se disponía a colgarla de unos teclados. Si no se ha deshecho del demonio interior que aparecía en sus últimas letras, Mendes lo ha dejado encerrado en la habitación del hotel. Ahora parece inmensamente feliz, lo contagia, y el público está muy presto para ello sosteniendo carteles tipo «Madrid está llena de amor contigo».

Por supuesto, hay que celebrar que Shawn Mendes esté en un momento tan solvente como cantante: es un showman excelente, con una voz potente y una sonrisa -insisto- que aguanta incluso primeros planos, que es lo que sucedió cuando interpretó ‘Señorita’. Dientes de anuncio; barba de un día, como mucho dos. Pero el concierto carece de esos momentos de profundidad e intimidad que aparecían en el disco (‘Nobody Knows’, ‘Who I Am’), decantándose por llevar el set hacia un pop-rock buenrollero de sonido excelente -eso sí-, deudor de gente como Mumford & Sons.

El show comienza con tres de sus mayores hits, ‘There’s Nothing Holdin’ Me Back’, ‘Wonder’ y ‘Treat You Better’; pero en realidad deja más poso cuando presenta su sección «solo amigos y familia» con ‘Isn’t that Enough’ o dedica a quienes hayan perdido a alguien ‘Heart of Gold’, su canción para un amigo fallecido, que en realidad es muy alegre. ‘Stitches’ en acústico es coreada de cabo a rabo, y el show se cierra con dos canciones que no pueden sonar más épicas, ‘Why Why Why’ e ‘In My Blood’, esta última interpretada al piano en su primera mitad, y elevada en la segunda por un récord Guinness de confeti que incluso dificulta la visibilidad.

Entre las canciones que aportan algo de dinamismo y variedad, en un show austero sin grandes desarrollos técnicos, la funky ‘Lost in Japan’; o el puntito a Prince circa ‘Purple Rain’ de ‘Ruin’. En ‘Youth’, cuyo final acelera el tempo hasta que los brazos para tocar no le dan más de sí, Mendes deja un mensaje positivo incluso cuando habla del estado del mundo y de su generación. «Hemos aprendido de nuestros mayores, de su sabiduría, pero también de sus errores. Estoy muy orgulloso de mi generación, por lo inclusiva que es. Estoy seguro de que vamos a cambiar el mundo». Cuesta creerlo cuando la ola ultraderechista está atrayendo justo a tantos jóvenes, pero ojalá sea cierto. Ojalá más optimistas como el bueno de Shawn. 7.

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Farándula y Moda

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