Hay muchas representaciones autóctonas de Londres que captan la ciudad con precisión y desde distintos ángulos: Top Boy, de Ronan Bennett, I May Destroy You (la comedia romántica de 2023 de Michaela Coel), la Rye Lane de Raine Ann Miller o It’s a a sin, de Russell T Davies. Pero todas ellas son obra de londinenses o, como mínimo, de escritores británicos. Por otra parte, las representaciones estadounidenses del Reino Unido o de los británicos suelen caer en clichés un tanto fuera de lugar: o somos pijos y estamos emparentados con la realeza o somos unos tirados a lo Oliver Twist. Sin medida no es ajena a ello: cuando Jessica le pregunta a Felix (Will Sharpe), su fichaje amoroso de Jessica, si quiere un bollo, él le responde que «ese es el género más molesto del humor estadounidense» .
La serie no deja claro en qué parte de Londres vive Jessica, pero es divertido intentar averiguarlo dándole al stop y ampliando las imágenes. Recorre parques nocturnos, puentes llenos de grafitis y pubs que también son clubes y locales de comida. Va a la granja Hackney City, se deja caer por casas elegantes del oeste de Londres y baja la autopista M4 a toda pastilla.Pero a diferencia de lo que sucede con la obra de muchos creadores estadounidenses, su visión de la ciudad no se limita al London Eye ni a anodinos lugares céntricos por los que en realidad nadie pasa el rato. En un momento dado, Felix aparece con unas maltrechas Adidas y un chaquetón Barbour, liándose un cigarrillo tras jugar un partido de fútbol sala en Peckham, y al verlo pensé: Sí, así es la cosa.
Sin medida deja un poso auténtico y lleno de amor, y tiene todo el sentido del mundo. Al fin y al cabo, es una serie semiautobiográfica, pues la propia Lena Dunham se mudó a Londres desde Nueva York tras romper con su novio y se enamoró de un chico británico que tocaba en un grupo. Ese chico, Luis Felber, es ahora su marido y también el cocreador y productor ejecutivo de la serie. No es de extrañar que la serie exude realismo, porque es realista por definición. Mucho de lo que se cuenta sucedió de verdad en los mismos lugares que aparecen en la serie. Sin ir más lejos, Lena y Luis se casaron en el Union Club del Soho, un club privado con pinta de taberna antigua.