El nuevo disco de Smerz es una especie de trabajo conceptual sobre la vida emocional de una mujer en la gran ciudad. Esa gran ciudad puede ser Oslo -de donde procede el dúo compuesto por Catharina Stoltenberg y Henriette Motzfeldt- pero podría ser también Madrid, Londres, Barcelona o Berlín. El personaje principal, que tiene el «cociente intelectual bajo» pero los «tacones altos», sale de fiesta, coquetea, liga, pero, a medida que avanza el álbum, siente una profunda soledad, una necesidad de conectar con alguien más allá de una interacción superficial.
El disco empieza con las risas irónicas de ‘Big City Life’, y acaba con el paseo melancólico de ‘Easy’. Entre ambas canciones, Smerz despliegan un trabajo musical lleno de ideas interesantes, creativas, peculiares, llenas de encanto pero no siempre agradables y/o cómodas de escuchar. Músicos de conservatorio, la influencia de la música clásica convive en ‘Big City Life’ con un abanico de beats de hip-hop esqueléticos, raps a duras penas rapeados, paisajes electrónicos abstractos, interpretaciones secas y voces dislocadas. La sensación es la de escuchar una colección de canciones emocionalmente distantes, desubicadas en tiempo y espacio, como la persona que las protagoniza.
La pista central es ‘A Thousand Lies’, una preciosa balada basada en un diálogo de piano y (lo que parece) un arpa o celesta. ‘A Thousand Lies’ representa el momento en que la protagonista de ‘Big City Life’ se da de bruces con su propia vulnerabilidad. Sin embargo, su sentimiento es de entumecimiento emocional. Smerz transmiten esta disociación con una composición que, sin embargo, conmueve: «Últimamente me he dado cuenta, de que ya no voy a sentirme así nunca más», cantan las noruegas.
Antes, a Catharina y Henriette les da tiempo de salir de fiesta en la simpática ‘Feisty’, que, en su combinación de beat uptempo y cuerdas orquestales, pasa del ligoteo en una discoteca a un sentimiento de «confusión y soledad». ‘Roll the Dice’ retrata a una chica en la gran ciudad incapaz de conectar emocionalmente con alguien; se aburre demasiado de cualquier situación. Los pianos aporreados de ‘Roll the Dice’, que amenazan con resquebrajar la anoréxica base, conforman la producción más cool del año.
La frialdad emocional de ‘Big city life’ se refleja en una serie de creaciones musicales tremendamente originales, aunque a veces demasiado abstractas (‘Imagine This’) o deudoras de sus influencias (‘Dreams’ parece de la primera Arca) como para cuajar el álbum en una obra maestra. Sin embargo, cuando Smerz exploran esa vulnerabilidad antes citada, producen maravillas como ‘You Got Time and I Got Money‘, probablemente el mejor intento de recrear ‘Bitter Sweet Symphony’ de The Verve jamás escuchado. Un entrañable retrato del amor honesto que muestra a unas compositoras asombrosas creando arreglos de cuerda memorables. Sin embargo, la pausa con que se desarrolla la canción es hipnotizante; casi distorsiona el tiempo, lo retuerce.
Ese es otro de los puntos fuertes de ‘Big City Life’, la manera en que arreglos instrumentales y vocales, e ideas de producción, a veces parecen ir a lo suyo, como la protagonista del disco, desorientados. Este recurso artístico se hace evidente en el trip-hop de ‘But I Do’, una canción marcada por la incomodidad social. Y vuelve a brillar en la final ‘Easy’, que, en un estilo muy propio de Tirzah, intenta calmar su ansiedad social paseando por la gran ciudad. Acompañada de un fondo musical misterioso y confuso, es un paseo tan borroso como la portada del disco. Un paseo lleno de personas solas, igual de confundidas y perdidas.