A sombr ya le ha caído el sambenito de «industry plant» por haberse anotado dos éxitos internacionales antes incluso de publicar su disco de debut. Lo ha logrado con ‘Back to Friends‘ y ‘Undressed’, dos himnos de indie-pop-rock que han conquistado a la generación tiktokera y plantado cara en listas a artistas ya consagrados. sombr, que tiene 20 años, ha de ser, sí o sí, un producto.
Sin embargo, la realidad es otra. Aunque sombr -se pronuncia «somber», su nombre real es Shane Michael Boose- cuenta con el respaldo de una discográfica multinacional, lo cierto es que él compone desde joven, se ha formado en la conocida escuela musical LaGuardia y, además, es el primer productor de sus canciones. Esto, unido a que ha crecido escuchando a los clásicos del pop y el rock, construye una propuesta muy bien atada a nivel técnico. Quizá demasiado.
‘I Barely Know Her’, el debut de sombr, es uno de esos discos técnicamente perfectos: las canciones son excelentes, los estribillos infalibles, las armonías grandiosas, las letras cercanas, las actuaciones vocales sobresalientes, las influencias adecuadas. Todo está en su sitio, todo suena de maravilla. Pero hay un vacío, y es esa misma perfección, que no permite ver la humanidad de sombr, sus luces y sombras.
Las canciones de sombr son catedrales emocionales. Esa es su envergadura, y probablemente es responsable de que todos sus cimientos estén en su sitio, el co-autor y co-productor Tony Berg, quien, tras trabajar con Paul McCartney o Phoebe Bridgers, asiste en esta ocasión al jovencísimo artista neoyorquino.
Las influencias de sombr no le corresponderían por edad, ya que ‘Crushing’ evoca el britpop retro de los 90, y la escena indie-rock de principios de los 2000 -más o menos cuando sombr nació- inspira las guitarras stroke-ianas de ‘Back to Friends’, la energía disco-rock de ’12 to 12′ o la guitarrera ‘Come Closer’. Y a pesar de su juventud, canciones como ‘I Wish I Knew How to Quit You’ suenan como si hubieran vivido tres vidas, como si Tears for Fears vivieran su auge hoy.
La fórmula de ‘Back to Friends’ y ‘Undressed’ se sigue a rajatabla en un álbum que hila un himno tras otro. ¿Pero es una canción un himno, si busca serlo deliberadamente? Aunque las composiciones son incontestables, la fórmula se desgasta en seguida por culpa de dos problemas. En primer lugar, las interpretaciones vocales de sombr son tan dramáticas que rozan el emo, pero su voz suena en todo momento distorsionada, sucia, pasada por un filtro de micro viejo. Es una decisión estética que hace que sus canciones parezcan artificiales.
En segundo, sus letras están plagadas de frases vacías y clichés románticos, probablemente resultado de su juventud. Pero líneas como «podemos ser más que amigos, te quiero amar hasta el fin de mis días» (‘Dime’), «cómo podemos ser amigos de nuevo, si acabamos de compartir cama» (‘Back to Friends’), «dime si nuestra historia ha acabado o nuestros corazones siguen latiendo juntos» («I Wish I Knew») son genéricas, no cuentan nada particularmente personal de sombr, y su ambigüedad, su carencia de significado, contrasta con el dramatismo de las canciones. sombr las interpreta con gran intención, pero, al final, no dicen nada.
Cada canción de ‘I Barely Know Her’ está potenciada al máximo: es difícil recordar un disco de debut reciente tan consistente y cohesivo. El único inconveniente es que la perfección técnica de todas las canciones apela a la palatabilidad inmediata y masiva, pero roba sus canciones de matices interesantes y, sobre todo, no refleja la turbulencia emocional que sugieren las letras. Elliott Smith o Bon Iver supieron extraer belleza de la mierda, pero sombr -de momento- les admira desde la distancia.