Y es que la práctica extendida de esta estrategia comercial resulta muy jugosa desde el punto de vista económico y logístico. Sin embargo, tal y como señala Vilaseca, no todo son contras si hablamos de una única talla. “Si una misma prenda, un mismo diseño, lo pueden llevar muchas más personas, estás ahorrando, ¿no? Pero también estás ahorrando en consumo de energético, en desperdicios, prototipos... Además, si cuando tú no quieres una prenda la desechas, pero esa prenda se adapta a muchos tipos de cuerpos, tendrá una vida más larga porque más personas pueden ponérsela”, explica. “La clave está en la investigación de materiales. Estamos trabajando en proyectos y sobre todo en metodologías, planteando hacia dónde llevamos el diseño de moda. Por eso para nosotros es muy importante empezar a repensar los procesos y las maneras que se están haciendo las cosas. Esto pasa también por la exploración de nuevos materiales: materiales que crecen, que se expandan y que no solo se adapten a todo tipo de cuerpos, sino que puedan contar incluso con varias funciones”.
Precisamente con la innovación textil como protagonista, la firma lencera Chantelle lanzaba hace unos meses su línea Soft Stretch, que lejos de buscar dejar fuera a ninguna de sus clientas, garantiza que una misma prenda se adapte a todo tipo de cuerpos. “Estamos muy comprometidos con la inclusividad, siendo este uno de los pilares de nuestro manifiesto de responsabilidad social llamado Chantelle For Change. En nuestras colecciones de lencería tenemos una gama de tallas muy amplia y en el caso de Soft Stretch creemos que ofrecer a todas el mismo producto pueda ser aún más inclusivo. La talla única de braga cubre hasta la 46, hay diferentes cortes más o menos cubrientes, que se adaptan a todos los cuerpos; y para quien necesita una talla mayor, tenemos un modelo Plus Size que abarca hasta la talla 54”, desgranan.
Un ejemplo de cómo la controvertida talla única puede convertirse también en un reclamo sostenible sin necesidad de excluir a nadie. Y de que, quizás, después de todo, haya parte del concepto que tenga futuro si se enfoca desde un punto de partida inclusivo. Así también lo ve Vilaseca, que apunta al lado esperanzador de esta política de tallas: “Cada cuerpo es diferente, ¿no? Al final cada cuerpo es distinto y las nuevas tecnologías de alguna manera nos van a permitir ir a esa personalización que ahora no tenemos. La idea es que más allá de esa estandarización universal vayamos más bien a poder crear prendas que se adapten a los diferentes cuerpos y corporalidades y pienso que ahí, probablemente, es donde están o donde hay que llevar las investigaciones”. Y quizás entonces algún día sí one size will fit us all.