Muestra interés genuino. Puedes empezar por hacer una pregunta, proponer un café o compartir algo personal de forma natural. Las relaciones se construyen desde lo cotidiano.
Hazte visible sin dejar de ser tú. No hace falta ser extrovertida para formar parte de un grupo. Muchas veces, estar presente, sonreír y aportar desde tu autenticidad es todo lo que hace falta. Lo importante aquí es no apegarse al deseo de pertenecer, porque eso puede llevarte a forzar dinámicas o invadir espacios.
Acércate a quien sí está disponible. No todo el grupo tiene por qué ser accesible, pero suele haber alguien más abierto o receptivo. Conectar con una persona puede ser la puerta de entrada a un grupo.
Conecta desde tu verdad. No te disfraces para agradar. Aporta desde quién eres, no desde quién crees que deberías ser.
¿Merece la pena integrarme?
¿Qué pasa cuando detectamos que no somos afines a las dinámicas de ese grupo? Si bien es cierto que no se trata de cruzarnos de brazos y volvernos invisibles, tampoco va de intentar encajar a toda costa. La psicóloga nos recuerda, que no todos los entornos merecen nuestra energía. “Hay momentos en los que vale la pena intentarlo, y otros en los que lo más sano es tomar distancia emocional”, y comparte algunas señales en las que lo mejor es dejarlo estar:
El ambiente es pasivo-agresivo o competitivo de forma constante. Si notas comentarios sutilmente hirientes, comparaciones, chismes o silencios tensos, probablemente no estás en un lugar seguro emocionalmente.
**El grupo se mueve por jerarquías invisibles o dinámicas excluyentes.** Si todo gira en torno a agradar a una o dos personas “clave” es una señal clara de que ahí no es.
**Te sientes agotada cada vez que haces un esfuerzo por integrarte.** Si al final del día estás más cansada emocionalmente por forzar esa pertenencia que por el propio trabajo, es momento de parar y reevaluar.
**Hay una sensación constante de desvalorización o invisibilidad.** Si tu voz no cuenta, parece que no interesa lo que dices, tus logros no se reconocen y tus intentos de conexión no son correspondidos, tal vez no es el lugar.
En estos casos, la experta recomienda que nos centremos en lo profesional y en construir nuevos vínculos fuera de ese núcleo cerrado. “A veces, basta con una persona con quien sientas conexión para que la experiencia laboral sea mucho más llevadera”. Paralelamente, es fundamental que no nos tomemos el rechazo como algo personal, ya que en ocasiones responde a un sistema, la cultura de empresa o simplemente dinámicas que no tienen que ver con nuestro valor. “Recuerda que el trabajo es una parte de tu vida, no toda tu vida. Que no te elijan no significa que tú no valgas, solo que ahí no es”.
Estrategias para separar el trabajo de lo personal
Hay personas a las que el contexto laboral no les impacta emocionalmente y tienen muy separadas ambas facetas. No buscan hacer amigos, solo ser eficientes y desarrollarse profesionalmente más allá de sus relaciones sociales. Si este no es tu caso y necesitas pautas para crear esta separación, Rebeca Cáceres comparte sus trucos:
No busques validación donde solo necesitas colaboración. No necesitas que te quieran, solo que trabajen contigo con respeto.
Crea tu red fuera del trabajo. El bienestar emocional no puede depender solo de tu ámbito laboral.
Pon límites claros. Te ayudarán a saber qué necesitas para sentirte segura y respetada.
Redefine tu propósito en ese lugar. ¿Estás ahí por un sueldo, un objetivo, una transición? Haz tu trabajo bien, protégete emocionalmente y decide con conciencia qué quieres hacer con tu vida. Eso implica decidir qué hacer desde la responsabilidad.