La premisa de que «se puede preferir a Rachmaninov sobre los Rolling Stones, y a Alan Bennett sobre ‘Batman Returns’» continúa marcando la carrera de Neil Hannon. Así aparece en su página web. Ajeno a cualquier revival posible del Brit Pop, pues lo suyo es más sentarse al piano y conectar, como mucho, con un romántico tipo Richard Hawley o Paddy McAloon, el artífice de Divine Comedy llega a su disco número 13.
‘Rainy Sunday Afternoon’ es un álbum que se pregunta por el paso del tiempo y por la muerte a través de su propia vida y de obras ajenas. El single ‘Achilles’ es el cruce entre ambas cosas, pues se inspira en un poema sobre Aquiles que Patrick Shaw Stewart escribió en 1915, dos años antes de morir. Y por otro lado, en el mismo se refiere a un hombre de 53 años con el que Neil se cruza. «Su mente consentida se convierte en pensamientos de mortalidad», dice. O también: «un día no seré nada, qué extraño será sentirlo». Spoiler: Hannon tiene a día de hoy 54 años.
La muerte ha estado presente en el entorno de Hannon. ‘The Last Time I Saw the Old Man’ es un relato tristísimo y detallado del modo en que su padre, enfermo de alzhéimer, fue decayendo hasta morir. La letra es muy dura hablando de alguien que no se puede mover y apenas te reconoce, que no entiende las fotos que le enseñas, o que habla «en círculos cada vez más decrecientes». El tema -intrigante, más que apesadumbrado- se le había atascado a Neil, hasta que lo pudo terminar en el viejo piano del lugar donde se crió. Así, cerró un círculo.
No puede haber disco de Divine Comedy sin humor y ese «hombre viejo» se contrapone a continuación con un hombre que se convierte en silla. Y ese ya no es su padre. El niño que tanto corría y ahora se ha convertido en mueble en ‘The Man Who Turned Into a Chair’ es Neil. Exactamente el Neil que critica su mujer cuando ve demasiados partidos de cricket. El coro, tan misterioso para revelar esta tontería, es pura sorna.
A continuación, Hannon recuerda que aún quiere a su esposa (‘I Want You’) pese a algún conflicto (la muy 70’s ‘Rainy Sunday Afternoon’). Y luego presenta un tema dedicado a su hija, sobre el día que se fue de casa, y que incluye coros de la misma Willow (‘All the Pretty Lights’). Solo una de las múltiples canciones que cuentan con correctos arreglos de cuerda y percusiones, grabados con la ayuda de Andrew Skeet, también multiinstrumentista y corista. ‘Rainy Sunday Afternoon’ vuelve a ser un buen trabajo en equipo en ese sentido, con una generosa docena de músicos convenientemente acreditados.
La segunda parte del álbum introduce números de musical, inconscientemente influidos por su trabajo en ‘Wonka’ (‘Down the Rabbit Hole’), y una suerte de canción política latina que responde al nombre de ‘Mar-A-Lago by the Sea’. Podría haber sido un bolero descorazonador si no fuera porque menciona a los «fascistas» e imagina a Trump saliendo de la cárcel… pero solo porque haya estado antes dentro. Melódicamente una de las más inspiradas, ojalá adelante futuros trabajos.
Ha merecido la pena, en este caso, reseñar las canciones del álbum en orden porque, sin pretender ser un trabajo conceptual o narrativo, hay que destacar que tras este viaje familiar y social, ‘Rainy Sunday Afternoon’ se cierre con un tema llamado ‘Invisible Thread’. Una despedida triste, que deja un poso optimista:
«Cuando sea el momento correcto nos iremos
extenderemos nuestras pequeñas alas y volaremos
no necesitaremos razón de ser, llora si quieres llorar
esto no es un adiós
siempre habrá un hilo invisible entre tú y yo».
Seguro que Neil está pensando en su padre, en su esposa, en su hija… afrontando el síndrome del nido vacío. A mí me gusta pensar también que está pensando en nosotros, su audiencia desde los tiempos de ‘Generation Sex’.