Etiquetas ‘E’: nuestras mayores enemigas y las más difíciles de detectar
Hablamos de alimentación saludable como si se tratase de un concepto universal, cuando lo cierto es que a pesar de que tenemos senda información al respecto, somos una sociedad que sigue sin tener claro lo que significa y, lo peor, sin poner en práctica preceptos tan básicos como el de priorizar los alimentos frescos y naturales. Hemos envasado el consumo de frutas, verduras, legumbres y preferimos consumir aquello que viene con instrucciones de uso, antes que poner en una cazuela algunas verduras y una porción de pollo, sin tener en cuenta que en su etiqueta, se pueden esconder ingredientes dañinos para nuestra salud.
Lee con atención cualquiera de los alimentos que encuentres en tu despensa: un bote de tomate frito, el caldo de pollo preparado o ese cereal que parece tan sano. Verás que en todas ellas se incluyen las etiquetas E seguidas de unos números. Son conservadores, potenciadores de sabor, espesantes, colorantes, o edulcorantes, cuya función es la de preservar la vida de los alimentos, enriquecerlos o hacerlos más palatables. Yor D. Andonova es dietista integrativa PNI y divulgadora, y explica que existen hasta 300 aditivos registrados actualmente. “Algunos no tienen riesgos para nuestra salud, como es el ácido cítrico (E330) que viene principalmente de frutas cítricas o por ejemplo el ácido ascórbico (E300), que es vitamina C. Estos se utilizan para evitar que el alimento se oxide. Pero la mayoría de aditivos alimentarios no son necesarios en nuestros alimentos y se abusa muchísimo de ellos”.
En su libro, ‘Vive más y mejor con una buena digestión’ (Editorial Harper Collins), profundiza en el sistema digestivo para explicar su funcionamiento desde el primer bocado, sus conexiones con el cerebro y cuáles son los síntomas que alertan de posibles problemas. Uno de los temas que suele tratar en sus redes son los tóxicos y cómo nos pueden afectar, y en lo que a aditivos se refiere arguye que, por desgracia, no tenemos una forma fácil de saberlo, por lo que necesitamos consultar diferentes listas para ver de qué aditivo se trata, dónde se añade, que cambios realiza en el alimento y en nuestro cuerpo, su nivel de toxicidad, etc. “Según nos habituemos a ir mirándolos, los empezaremos a conocer y sabremos cuáles sí y cuáles no. Una página de referencia es: www. Aditivos-alimentarios.com”.
La experta señala que son pocos los aditivos que no impacten negativamente en nuestra salud, por lo que es más fácil conocer estos y prevenir los demás.
- Ácido cítrico (E330): Conservante y antioxidante. Se extrae de los cítricos.
- Pectina (E440): Gelificante o espesante. Se extrae de frutas como las manzanas.
- Bicarbonato sódico (E500): Regulador de acidez. Se encuentra en la naturaleza como mineral.
- Goma guar (E412): Espesante natural. Se obtiene de semillas de la planta de guar.
- Lecitina (E322): Emulsionante natural. Se obtiene de la soja, los girasoles o la yema de huevo.
- Vitamina C (ácido ascórbico) (E300): Conservante y antioxidante. Se extrae de los cítricos.
Si ves estas etiquetas ‘E’ en tus alimentos es mejor que los evites
Como la lista es bastante larga, Andonova nos invita a recordar los aditivos que acabamos de mencionar y a tener presente que existen otros que es mejor evitar debido a que tienen consecuencias para nuestra salud y la microbiota intestinal: