Aceite de Monoï de Tahití: así he pasado del clásico a su edición dorada hidratante
Desde que tengo memoria, en mi casa de la playa siempre ha habido un frasco de Aceite de Monoï de Tahití, de Yves Rocher. Nos gustaba más que el after-sun y que las mascarillas capilares: era una suerte de ‘milagro reparador’ que amábamos por su fórmula multiusos que olía a verano tanto como un perfume de nerolí. Todas las tardes, aplicaba unas gotas por todo el cuerpo para paliar la sequedad y el daño solar que precedía al día de playa, y una vez a la semana, lo usaba en el cabello, que trenzaba para permitir su acción nutritiva mientras leía lo que tuviera entre manos (como un prechampú para fortalecer y embellecer el cabello). ¡Benditos días de verano!
Yves Rocher inventó su aceite Monoï de Tahití (el nombre oficial era Huile Tradition Nourrissante) en 1988, antes de que yo naciera, y mi madre es tan devota que lo usa desde entonces, y por extensión, yo misma. Y todas en mi casa lo seguimos usando desde 2014, cuando la firma francesa relanzó la línea Huile Tiaré Tradition para hacerla más natural y ecorresponsable, incluyendo fórmulas más limpias y biodegradables. En los últimos años, el universo del aceite de Monoï se expandió, incluyendo brumas secas, cremas, geles y nuevos formatos como el Aceite Dorado Hidratante, con efecto irisado, que me tiene enamorada por su acabado de maquillaje corporal.
¿Qué es el Aceite de Monoï?
Se trata de un tratamiento de belleza multiusos típico de la Polinesia francesa: una mezcla ancestral de aceite de coco refinado y flores de tiaré (gardenia tahitiana) maceradas, usada como aceite corporal, capilar y protector solar natural. Desde que Yves Rocher lanzó su Huile Tradition Nourrissante, inspirado en este aceite, es considerado un producto de culto para el verano: se vende un frasco cada 2 minutos en el mundo.
Además de un 97 % de aceite de monoï concentrado, que destaca por proteger contra los rayos ultravioleta, regenerar la piel y potenciar la producción de colágeno y elastina, la fórmula del clásico aceite de Yves Rocher se encuentra enriquecida con:
- Aceite de semilla de girasol: alisador, hidratante, reparador y protector
- Aceite de semilla de ricino: hidratante, antiedad, reafirmante y calmante
- Aceite de semilla de sésamo: regenerador y protector
Por qué este verano lo he cambiado por el Aceite Dorado Hidratante de Yves Rocher
Se trata del aceite viral que ha conquistado TikTok este verano, y si he sustituido el clásico aceite de Monoï por él es, en primer lugar, porque he conseguido probarlo: a pesar de aumentar la producción una y otra vez, el Aceite Dorado Hidratante de Yves Rocher se agota sin parar. Posee la misma fragancia a coco y flores que el aceite original, y se le puede comparar en cuanto a formulación natural y sostenible (en Yuka puntúa como excelente), pero a diferencia del anterior, este produce un efecto de maquillaje corporal, gracias a unos pigmentos nacarados que potencian el bronceado. Como resultado, la piel se ve mucho más bonita y perfeccionada, al tiempo que incorpora todos los beneficios del mítico aceite de Monoï. Y sí, ambos productos poseen Denominación de Origen Protegida y Certificada, ya que Yves Rocher se compromete a trabajar con productores locales de la Polinesia que cuidan el lugar y respetan sus tradiciones.
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