Tripa hinchada en verano: lo que sucede a partir de los 40 años
La tripa hinchada, la inflamación abdominal, la mala circulación sanguínea y la retención de líquidos son problemas generalizados entre todas las mujeres –las hormonas y la condición genética, mandan– que se acentúan especialmente en verano. Y como casi todo en materia beauty, suelen empeorar con la edad, sobre todo a partir de los 35-40 años, cuando la mezcla de sedentarismo que implican la mayoría de los trabajos actuales se mezcla con un hecho físico: la sarcopenia o pérdida de masa muscular que se produce de forma progresiva a partir de esta edad. Yo tengo 42, un trabajo que supone estar sentada demasiadas horas frente al ordenador y una mala circulación de serie (con varices incluidas) que empeoran el cuadro. Si a todo eso sumamos que el calor y la humedad producen una vasodilatación de capilares y vasos sanguíneos que ralentiza la circulación y favorece la acumulación de líquidos, tener la tripa, los flancos y las cartucheras más hinchados de lo normal en los días de calor es algo absolutamente normal.
El hábito que practico cada mañana
Por todo ello he experimentado con varias praxis, y entre todas, hay una que he conseguido convertir en hábito a fuerza de repetición y constancia (esa es la clave de los hábitos) desde que tengo 40 años. Y doy fe de que funciona: consiste en practicar el archiconocido cepillado en seco con un guante de crin o un cepillo de madera de baño –gracias Gwyneth Paltrow por popularizar sus bondades– antes de meterme en la ducha, con la piel seca y durante un par de minutos. Y si bien hasta ahora lo practicaba con movimientos circulares, la terapeuta Débora López Jurado, de The Beauty Concept, me ha descubierto una técnica aún más efectiva y fácil de ejecutar: consiste en hacer movimientos rápidos, ascendentes y rectos (no circulares) siempre en dirección al corazón. Es decir, si empiezas en las piernas se hacen hacia arriba, en la tripa y en los glúteos también, en los brazos… “De esta manera se mejora la circulación sanguínea y se drenan mejor los líquidos retenidos. Además, este tipo de masajes ascendentes son también beneficiosos para los músculos, porque lo que queremos es levantarlos y no que caigan”, apunta la experta. E insiste también en que los masajes, para ser efectivos, tienen que ejercer cierta presión en el cuerpo para movilizar el organismo (salvo en el caso del drenaje linfático que es más suave). Confirmo que hacer esto cada mañana, no solo me ayuda a aliviar la hinchazón que va in crescendo durante el día, sino también a revitalizar la piel y a lograr un efecto energizante en mi cuerpo.
Otras buenas praxis
En materia de buenas prácticas de bienestar no se trata de imponer cambios drásticos, sino pequeños gestos que se puedan mantener en el tiempo y que, a base de repetición, aporten grandes resultados. He aquí algunas de las que me ayudan a evitar la tripa hinchada y la retención de líquidos en verano:
- Caminar después de las comidas. No siempre es posible pero es uno de los mejores secretos de longevidad y lo mejor para evitar los picos de glucosa tras las comidas. Según Jessie Inchauspé –a.k.a ‘la diosa de la glucosa’– caminar tras comer aplana la curva de glucosa una media de un 30% y eso implica, no solo sentirse más saciada y menos cansada, sino luchar contra la inflamación crónica de bajo grado y la retención de líquidos. De hecho, los días que teletrabajo y no camino tras el desayuno lo noto (y mucho).
- Beber agua al levantarse. Incrementar el consumo de agua nada más levantarse o durante la primera hora de la mañana es otra de las alternativas que me funcionan para luchar contra la inflamación. Además, tal y como me confirmó la psiconutricionista Itziar Digón, es una forma de activar los mecanismos de drenaje del cuerpo y el metabolismo.
- Manzanilla después de comer. No siempre sustituto el café de después de comer por manzanilla durante el invierno, pero en verano lo convierto en hábito y funciona. Es un broche dulce perfecto tras la comida (sobre todo las versiones con anís) que, además de saciar y relajar, me ayuda a combatir la hinchazón abdominal. Es digestiva y, al no tomarla con edulcorante, evito la alteración de la microbiota y la consecuente hinchazón y molestias que provocan los edulcorantes. Concretamente un estudio publicado en al revista Cell confirmó que edulcorantes como la sacarina y la sucralosa pueden provocar, no solo cambios en la microbiota, sino también alteraciones en los niveles de azúcar en sangre.