Trump es un problema, pero no es el único problema. Los enemigos explícitos de la democracia liberal no tendrían ninguna posibilidad de éxito si quienes están llamados a custodiar el viejo orden de pluralismo y libertades tuvieran un comportamiento coherente. Es deleznable que Trump se atreviera a indultar a los fanáticos que irrumpieron en el Capitolio con cuernos de búfalo en 2021. Sin embargo, ese escándalo queda amortiguado por el silenciador que imponen los precedentes inmediatos. Biden indultó a miembros de su familia pocas horas antes de dejar el cargo. Y, a este lado del Atlántico, también hemos visto cómo se trafica con indultos por puro ventajismo político, con la connivencia, por cierto, de los mismos que ahora piden las sales.
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