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Hay cierta concepción cada vez más extendida de que hay que estar agradecido a Santiago Segura por sus contribuciones al cine reciente que están consiguiendo motivar a la gente a ir al cine. Qué duda cabe, es positivo para las salas que el público asista en masa para ver algo, pero que esto signifique necesidad de doblegarse ante una visión extraordinaria inexistente es un error clamoroso.
Más allá de que sus chistes funcionen más o parezca más casposos, el cine familiar de Segura es, y perdón por el chiste no intencionado, excesivamente seguro. Más ejercicio de blanqueamiento que de entretenimiento, no hablemos ya de intentar elaborar alguna idea. Cumple una función, pero no por ello nos tiene que resultar interesante. Menos cuando ejemplos de buenos intentos de cine familiar como ‘Los aitas’.
Nadie al volante
Borja Cobeaga nos lleva por las carreteras del Norte y por media Europa en un autobús ochentero lleno de variopintas cualidades, además de un objetivo entrañable. Con un reparto que incluye a Quim Gutiérrez, Juan Diego Botto y Ramón Barea, esta simpática película puede se puede ver ya en streaming a través de Movistar+.
En la Bilbao de los años ochenta un equipo infantil de gimnasia rítmica se prepara para viajar a Berlín para competir en un campeonato. Pero sus madres, tras una noche pasada de rosca, no pueden ejercer de acompañantes, recayendo la tarea en sus negligentes padres que no pueden negarse al estar la mayoría desocupados por el cierre sindical de la fábrica donde trabajaban.
Cobeaga es uno de esos directores estimables en el cine español por su capacidad de entrar en la sensibilidad popular, pero aun así intentar dar vida a sus personajes y que estos acaben contando cosas reconocibles y ocasionalmente personales. Además de un buen entendimiento de los ritmos del humor, hay una artesanía apreciable en cómo introduce texturas dramáticas que tocan bien la fibra sensible.
‘Los aitas’: tierna melancolía


Lo llevó a sus mejores cotas en una serie como ‘No me gusta conducir’, que escribió junto a una Valentina Viso que hace también de co-guionista en ‘Los aitas’. Algo que se nota en cómo explora el carácter falible de los padres protagonistas, azotados por el desempleo o las dudas económicas que ahora son confrontados con (y por) sus limitaciones como progenitores. Toques muy realistas que, sin caer del todo en la melancolía de ‘Los lunes al sol’, conectan con un instante histórico y emocional de la Euskadi de finales de los ochenta de igual modo que lo hacen las referencias a la caída del muro de Berlín.
Sin alcanzar las cotas redondas de ‘No me gusta conducir’, esta película consigue elaborar esas agridulces sensaciones en un vehículo que acaba siendo entretenido y conmovedor, lo que tradicionalmente se conoce como una “feel good movie”. Todo ello mientras Cobeaga introduce los esperables momentos hilarantes con unos etarras infiltrados puntuales o un antiguo cura dado ahora al alcoholismo. Se puede tener todo y resultar entrañable.
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