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Los anuncios de remakes nos despiertan suspicacias, cuando no tedio supremo, y no por falta de motivos. La amenaza de repeticiones cínicas o reinterpretaciones pobres está siempre presente, porque no han sido pocos los que han caído en alguna de ambas opciones en lugar de dar con un enfoque realmente interesante que de más profundidad a lo que ya conocemos.
Aun así, cuando un cineasta de nivel, o al menos medianamente consagrado, anuncia un remake casi como un proyecto pasional hay ciertas ganas de dar el beneficio de la duda. Al menos, los que consideramos la posibilidad de voz autoral hasta que se demuestre lo contrario. Hay que tenerla al menos para querer hacer algo como ‘Nosferatu’.
El monstruo viene a verme para poseerme
Robert Eggers, uno de los más interesantes cineastas norteamericanos de los últimos años, se atreve a dar una visión muy suya del clásico vampírico que ya nos llevó a la pantalla F.W. Murnau y luego Werner Herzog (amén de otras versiones de Drácula ya oficiales). Lily-Rose Depp, Nicholas Hoult y Bill Skarsgård protagonizan una estremecedora película que ya se puede ver en streaming a través de Skyshowtime.
Ellen ha conseguido casarse felizmente con Thomas Hutter, un ambicioso abogado y agente inmobiliario que tiene que aceptar un encargo arriesgado para un misterioso conde. Pero Orlok tiene interés en algo más que en poseer nuevas tierras, ya que su condición de monstruo eterno está conectada con los antiguos deseos de su esposa por lo oculto y por combatir la soledad.
La visión de Eggers ya está lo bastante establecida para que sus tics visuales sean reconocibles y hagan en parte suya una visión del vampiro tan icónica como la que se estrenó hace más de 100 años. También ha quedado establecida su fascinación por el folklore antiguo, que aborda con rigor histórico bastante preciso sin llegar a renunciar a una narrativa aquí especialmente literaria, al mantener también fidelidad a los pasos y estructura de Bram Stoker (al fin y al cabo, ‘Nosferatu’ es Drácula).
‘Nosferatu’: entre la belleza y el horror


Esta cuadriculada fidelidad lleva a cierta constricción autoinfligida que resulta menos cautivadora que las obras anteriores del director, y lleva a que algunos se extrañen al ver que el monstruo parezca un conde centroeuropeo conquistador del medievo. Es menos excitante que los momentos donde Eggers realmente puede culminar una visión crítica de un tiempo asolado tanto por el puritanismo religioso como por diversas plagas y enfermedades, además de ya a merced de la explotación capitalista de los terratenientes.
‘Nosferatu’ acaba empleando el monstruo para explorar un tiempo pasado temeroso de la enfermedad mental y del deseo femenino, ambos reprimidos y también bien canalizados a través del personaje de Depp (que da una interpretación física realmente bárbara). Esta mirada pone las vísceras en la película, mientras que la excelencia técnica de Eggers la hace un primo visual que hila fino entre la belleza y el horror. Incluso sin sacar su película definitiva, se confirma como un cineasta de renombre al salir indemne de llevar a su terreno un icono tan claro.
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