La capacidad de una marca de moda de ser relevante puede medirse de maneras muy diferentes, pero quizá la más clara de todas ellas es la cualidad para involucrarse de manera genuina y auténtica en eventos importantes para el arte y a cultura. Y de eso Chanel sabe bastante. De ahí que su implicación en la gala inaugural de la temporada de danza del parisino Palais Garnier no pueda enmarcarse en una decisión vacua de marketing, sino en el firme –e histórico– compromiso de la maison con el ballet. Y esto no viene de ahora: Gabrielle Chanel tomó clases de baile con la mismísima Isadora Duncan y colaboró intensamente durante toda su carrera con bailarines y coreógrafos. La mecha de su amor por las artes escénicas se prendió en 1913, cuando Coco sufrió un síndrome de Stendhal que lo cambiaría todo después de ver La consagración de la primavera de Stravinsky, coreografiada por el bailarín Nijinsky, miembro de los Ballets Rusos de Serge Diaghilev, de quien se hizo íntima amiga y a quien ayudó a en un momento delicado que hacía peligrar la continuidad de sus espectáculos. A partir de entonces sus creaciones para piezas de ballet de sucederían en el tiempo –para Le Train bleu, coreografiada por Bronislava Nijinska, con libreto de Jean Cocteau y diseños de Pablo Picasso; para Apollon Musagète, de Stravinsky, con coreografía de Balanchine y con la implicación de Salvador Dalí, etc…–, un testigo que recogieron en distintos momentos de la casa francesa sus sucesores, Karl Lagerfeld y Virginie Viard, que continuaron con el legado de la fundadora y también colaboraron con distintas compañías de danza.
Esa intensa relación con la danza es la que ha impulsado a la marca a involucrarse en calidad de patrono de la gala inaugural de la temporada de danza del enclave parisino desde 2018, un compromiso que Chanel reforzó aún más en 2023 convirtiéndose en Patrocinador Mayor de la Ópera Nacional de París, con el firme objetivo de acompañar a la institución en todos sus esfuerzos artísticos.
El acto, celebrado el pasado martes 1 de octubre –el mismo día que tuvo lugar el desfile de primavera-verano 2025 de la firma–, se abrió con el tradicional desfile de todos los bailarines, tanto los estudiantes de la escuela de ballet como las primeras figuras, todos ellos vestidos con creaciones de Chanel en colaboración con los talleres de la Ópera y del artesano bordador Lesage, que es parte de los Métiers d’art, el conjunto de oficios tradicionales y artesanales, desde orfebres, plisadores hasta fabricantes en plumas, que la casa francesa cuida e impulsa de manera activa.
Tras el emocionante arranque, se sucedieron cuatro piezas que se movían entre la danza clásica y la contemporánea en un bellísimo equilibrio formal: Word for Word, Rearray, Blake Works I (con música del artista inglés James Blake) e Impasse.