No, Jack McCollough y Lazaro Hernandez no lo tenían nada fácil en su debut al frente de Loewe. El reto de cubrir el puesto que Jonathan Anderson dejó tras una trayectoria de once años al frente de la casa era mayúsculo: se enfrentaban a la toma de relevo de un universo tan onírico (y reconocible) como rentable. Además de reposicionar la casa en la industria del lujo como una de las firmas más deseadas, el británico fue responsable de un crecimiento meteórico en sus ingresos. Los creadores de Proenza Schouler también saben lo que es hacer caja: es conocido el hito de que su primera colección fue comprada por entero por Barney’s y son también los responsables del PS1, uno de los it-bags de comienzos de los 2000.
En redes sociales, la nueva imagen visual que planteaban pone el foco en el color y la texturización, dos rasgos que también han trasladado a la invitación. Nada como hablar de artesanía y vitalidad cromática como a través de unas tarjetas con un abrelatas y un descorchador de botellas en relieve con los que apelaban metafóricamente a los nuevos comienzos. Resumimos en 6 claves el nuevo Loewe que proponen.
Un pragmatismo traducido en prendas más ponibles
Sí, la visión que proponen los diseñadores norteamericanos en su nuevo cargo es un Loewe que restringe un poco los detalles imposibles y se decanta por proporciones más sensatas. O al menos, más factibles para el día a día: no apela al surrealismo de Anderson, pero eso no quiere decir que el acto de vestirse no sea igual de divertido. Las prendas juegan con lo oversize y lo mini, con las combinaciones de colores y las texturas. Además, la ruptura con el británico no es completa: siguen estando ahí sus estampados bucólicos o, por ejemplo, los vestidos con picos arquitectónicos a la altura del pecho.
Launchmetrics.com/spotlight
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Las prendas de cuero
Si hay una pieza estrella en la colección, probablemente sea cualquiera elaborada en piel. Los creadores de Proenza Schouler ya eran unos expertos de esta tarea, que han trasladado a Loewe a través de minivestidos y abrigos oversize. Su intención ha quedado clara desde el primer look: una chaqueta entallada en color negro que creaba cierto volumen a los hombros y la cadera, redibujando la silueta femenina y marcando la cintura. Es la misma línea que han propuesto en los blazers, con un corte impecable a través de tonos como el negro, el rojo o el verde.
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Una paleta cromática muy española
Lo señalaban en una entrevista con Vogue.com y lo han dejado claro en su propuesta para la primavera-verano 2026: según McCollough y Hernandez, Loewe tenía como tarea pendiente recuperar cierta españolidad: “Falta el sol, el calor, pero también el baile, la comida. La hospitalidad, los abrazos. Tiene mucha alma”, comentaban. El tributo a las raíces de la casa más literal lo hacen a través de los colores: hemos visto alianzas tonales como el rojo y el amarillo (más pastel o más vibrante), pero también inclusiones del negro, el blanco o el tierra, en una paleta cromática que habla de la historia de un país desde todas sus facetas. Incluso la taurina: hemos visto un vestido con el amarillo y el fucsia propios de un capote de toreo.
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Bolsos revisitados
En el terreno de los accesorios ambos son tan niños prodigio como Anderson. El primer hito de su antecesor fue el Puzzle en 2015, pero por el momento ambos creativos han optado por revisitar algunos de los sellos de la firma. Han traído de vuelta el clásico Amazona, pero con un diseño arquitectónico que también invita a jugar al escondite. En sus manos, lo interesante de este complemento también sucede en el interior: el Flamenco incluye en su cierre varias ondas en distintos colores que evocan la alegría de un vestido de flamenco en pleno movimiento.
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Logomanía sí, pero discreta
Ni los antiguos diseñadores de Proenza ni Jonathan Anderson eran muy proclives a inundar cualquier prenda con logos de la marca. Lo suyo es un lujo discreto que prefiere poner el foco en la excelencia del material, la fusión única de colores o la artesanía. Pero en un momento en el que Loewe entra en una nueva etapa, también lo hace con una dosis comedida de logomanía que se hace patente a través de un bolso con letras y una camiseta tipo souvenir en negro con letras en azul y rojo que incide en el año de su fundación: 1846.
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Estilismos sencillos de aplicar
El Loewe de Anderson tenía ejercicios de estilismos sencillos que convivían con otros más pensados para las redes sociales. La apuesta en esta nueva era parece dejar, al menos por ahora, la viralidad hacia un lado: los pantalones se combinan con nada más que suéteres anudados al hombro o chaquetas bómber, los shorts de cuero se conjuntan con jerséis fluidos con camisas por debajo o cortavientos. Las prendas con múltiples capas juegan con un efecto layering que añade complejidad visual a un estilismo que en términos formales parece no tenerlo.
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