En cuanto a las joyas, Phoebe llevó unos pendientes de aro pequeños de diamantes y oro blanco de la joyería de antigüedades de sus padres, Thompson & Oliver, junto con un brazalete Love de Cartier de su abuela Zita. Ambas llevaban pulseras de tenis a juego, regalo de la madre de Noelle, Jeanne, que también le prestó unos pendientes a su hija. Phoebe bromea diciendo que las dos llevaron un look bastante natural y «a prueba de lágrimas y tormentas»: «Me hice mi habitual peinado corto y alborotado; mi colorista de toda la vida, Anna Short, de Daniel Galvin, me arregló el pelo justo antes de salir de Londres», dice Phoebe. «Se aseguró de darme suficiente color para que pudiera llevarlo recogido o suelto; hasta el día de la boda no decidí qué me iba a a hacer».
La pareja se casó en el ayuntamiento, con Delara, la hermana de Noelle, como testigo. La única persona extra que asistió fue su fotógrafo, Brett Warren: «Que fuera tan sencillo lo hizo todo aún más especial», dice Noelle, «Nos lo pasamos muy bien preparándonos y antes de la ceremonia, y luego me embargó la emoción cuando me di cuenta de lo que estaba pasando. Nunca había pensado en casarme antes de conocer a Phoebe, y por eso para mí fue mucho más auténtico y emocionante. Claramente me pudieron los nervios y se me cayó el anillo de Phoebe al suelo cuando intentaba colocárselo en el dedo; mi hermana, que estaba grabando, nos dijo que eso daba buena suerte».
Después fueron a tomar unas copas al Bar Pisellino con Delara, antes de ir a cenar al Monkey Bar: «Cenamos milanesa de ternera, uno de nuestros platos favoritos», cuenta Noelle. «Y unas señoras neoyorquinas fabulosas del bar nos invitaron a rondas de champán… El padrino de Phoebe también se pasó por allí para celebrarlo con un margarita. Nuestra tarta de bodas era un enorme trozo de tarta de limón y merengue que trajeron con una vela».
Ahora que ya ha pasado todo, la pareja se plantea organizar más adelante otra celebración más grande con familiares y amigos, pero ambas están encantados de haber optado por la boda secreta. «Estoy muy contenta de que nos decidiéramos a hacerlo así: las dos solas, en una ciudad que significa mucho para ambas«, dice Noelle. “No cambiaría nada, ¡ni la lluvia! Fuimos a visitar a mi familia a East Hampton al día siguiente, y estoy muy contenta de haber podido pasar tiempo con ellos y seguir celebrando”.
Este artículo se publicó originalmente en Vogue.com