Sumado a lo anterior, Aperador señala algunas de las conductas que pueden suponer una amenaza. “No es que tengamos que dejar de compartir, pero sí cambiar el timing. Una regla de oro: publica en diferido. Si estás de viaje, comparte cuando hayas regresado. Si vas a un evento, sube contenido una vez terminado. Publicar que estás fuera de casa en tiempo real es como colgar un cartel digital que dice «mi casa está vacía». Y si alguien ya sabe qué tienes (por ejemplo, por haberlo visto en otras publicaciones), el riesgo se multiplica. La recomendación: mostrar sí, pero con cabeza. Y si eres una figura pública es aún más importante tener un plan de protección digital personalizado”.
TikTok content
This content can also be viewed on the site it originates from.
TikTok content
This content can also be viewed on the site it originates from.
En este escenario, Eugene Healey, consultor de estrategia de marca, afirma que “el mayor privilegio en la actualidad es ser invisible”, haciendo referencia a esta nueva estrategia que propone mostrar lo menos posible de uno mismo. “Hay un cambio de actitud hacia la tecnología. En la última década hemos asistido a una deprimente transformación de nuestra percepción de internet”, relata. “Lo que empezó como una visión utópica de conectividad global se ha convertido en un ecosistema implacable e invasivo. La mayoría de nosotros considera que «estar en línea» no es una opción, sino una obligación ineludible, una necesidad para mantener las conexiones sociales, las redes profesionales y la relevancia cultural”, explica para esta cabecera. En sus palabras: “Dentro de este contexto de exposición total, ser invisible se ha convertido en un símbolo de estatus”.
Un cambio de paradigma que dicta cómo muchas marcas se acercan a las redes sociales, buscando diferenciación a través de su conectividad. No mostrar, en esta ocasión, también es separarse del resto. “Si algo ha demostrado la estética old money es que nada es sagrado, ahora CUALQUIER código visual puede ser objeto de apropiación”, señala Healey. Un factor que anima a huir del efecto viral buscado tradicionalmente por las influencers, promoviendo una autenticidad difícil de encontrar, pese a que firmas como Bottega Veneta la dominan a la perfección, prescindiendo incluso de un perfil oficial en Instagram. “Es una expresión de privilegio, que actores de estatus bajo o medio no pueden adoptar. Yo puedo permitirme no tener redes sociales porque sé que otros hablarán de mí en mi nombre. Pero tú, cariño, necesitas la exposición”, apunta el experto acerca de esta línea que cada vez siguen más firmas, con múltiples ejemplos en el campo de la belleza.