Después de Hasta el fin del mundo, Vicky Krieps estrenará en cines cuatro largometrajes. Uno de ellos, que justo termina de rodar, es el que más conversaciones ha acaparado en las últimas semanas. La actriz era pillada en pleno rodaje con un cambio de look más que evidente y compartiendo escena con Cate Blanchett. ¿El director? Jim Jarmusch. “Toda la película es sobre la familia. Se rodó en tres partes y una de ellas es la mía, hay otra en París y una última en Nueva York. Estamos Cate Blanchett, Charlotte Rampling y yo”, explica la actriz. “Los ingleses tienen un problema importante con los paparazzis, son probablemente el país en el que están más arraigados, así que nos pillaron. Al día siguiente, me enseñaron el artículo y durante un día estuve en una fotografía en la que el pie de foto rezaba que yo era Charlotte Rampling. Luego lo cambiaron, pero decían algo así como que Charlotte Rampling había sido cazada con el pelo rosa. Es una mujer de casi 80 años”, comenta de nuevo entre risas por la confusión. Una vez más, todo en este proyecto, cuyo título provisional es Father, Mother, Sister, Brother, parecía estar escrito. “Estaba dando una entrevista el otro día en París sobre la película y alguien me recordó que yo había dicho en un momento dado, hace muchos años, que no había realmente nadie con quien me muriera por trabajar a excepción de uno, Jim Jarmusch”, rememora la actriz. “Te puedes imaginar lo feliz que fui trabajando con él. Es un director que vive en la independencia y que ha decidido no convertirse en nada que no sea su verdadero ser. Hay quien dice que sus películas no son tan buenas como antaño, pero para mí en eso reside la honestidad. No ha querido hacer más películas ni más extremas. En este último largometraje quizá haya mucha crítica, pero también hay amor. Eso es la mayor enseñanza que me llevo de él. Critica la sociedad en todas sus películas, pero ama a cada uno de los personajes”.
La actriz Vicky Krieps proviene de un entorno privilegiado –su padre ha estado ligado siempre a la industria cinematográfica luxemburguesa y su abuelo se dedicó a la política de primer nivel en el país tras sobrevivir al Holocausto–, lo que quizá haya marcado y facilitado esas posiciones tan férreas que defiende respecto a la manera de hacer las cosas. Aun así, es inevitable preguntar, tras varios minutos de conversación, si estar en el lado de quienes pelean por el arte hasta las últimas consecuencias realmente merece la pena. Un barco en el que cada vez hay menos tripulantes. “Depende de donde pongas la balanza. ¿Merece la pena a nivel financiero? Absolutamente no. Estoy siempre luchando con el dinero. En un momento dado subo y de repente vuelvo a estar a cero. Vivo así y puedo hacerlo, pero eso de quedarme a cero es algo que relaciono con ser estudiante”, comparte con franqueza. “Cuando me muera quiero poder pensar que he sido una persona honesta con mis valores, que los he compartido con otras personas a mi alrededor y que he conseguido proveer de buenos momentos a la gente a mi alrededor. Para mí es importante conseguir cosas, conocer a gente nueva y tener intercambios ricos con ella. Eso es lo que hace la vida divertida y disfrutable para mí, no saber que me puedo comprar un coche. Hay mucha gente a mi alrededor que no está muy contenta con esta decisión”, admite de nuevo entre risas. “Entiendo que lo dicen por mí porque consideran que debería haber alcanzado otro nivel de confort en mi vida, pero tengo la sensación de que soy demasiado testaruda y no es algo que me importe demasiado”, concluye antes de añadir con picardía al despedirse: “No creo que tengas problemas para vender un artículo que tiene las palabras Viggo Mortensen y Jim Jarmusch en él”.