El impacto no es solo anecdótico, sino también medible. Un reciente estudio elaborado por Volies y Comfama sobre programas de mentoría corporativa con voluntarios reveló mejoras significativas en áreas clave como la comunicación (9,1/10), la adaptabilidad (9/10), la gestión de la complejidad (8,7/10) y la orientación a la acción (8,4/10). Participar en entornos ajenos a la rutina diaria no solo activa competencias infrautilizadas, sino que también transforma la manera en que las personas interpretan su rol dentro de la empresa. Esa exposición a otras realidades redefine su mirada y, aunque de forma sutil, termina influyendo directamente en la manera en que se relacionan y trabajan en su entorno laboral.
Existen, además, modelos enfocados específicamente en aprovechar la experiencia acumulada. En ellos, los profesionales donan sus conocimientos técnicos a organizaciones sin ánimo de lucro –ya sea asesorando en estrategia, finanzas, marketing o transformación digital–. Este tipo de intervención, conocida como voluntariado basado en habilidades, permite generar resultados concretos y evaluables tanto en el tejido social como en el crecimiento profesional de quienes participan.
El voluntariado, bien diseñado y alineado con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), también puede ser una herramienta poderosa para fomentar la diversidad, algo que hoy en día debería ser exigible en cualquier contexto. “Al involucrar a los empleados en actividades que apoyan a comunidades diversas, se fomenta una cultura de inclusión y se eliminan prejuicios y estereotipos”, defiende Mas. Desde la perspectiva empresarial, además de mejorar la reputación e imagen de marca, esto se traduce en un clima más innovador y colaborativo.
Estrategias para activar el voluntariado corporativo
Incorporar un programa de voluntariado no implica únicamente buena voluntad. Requiere planificación, coherencia y visión. Estas son algunas claves para ponerlo en marcha con éxito:
1. Propósito que se traduce en acción. Las iniciativas de voluntariado deben reflejar el ADN de la empresa. No basta con sumarse a causas populares. Es imprescindible que las actividades estén conectadas con la visión y misión corporativas. Solo así se logra una implicación real y sostenida.
2. Recursos que marcan la diferencia. Antes de iniciar cualquier acción, conviene definir qué recursos humanos, financieros y logísticos se van a asignar. Un plan sólido debe contemplar desde el tiempo de los empleados hasta los materiales necesarios para garantizar un impacto efectivo.