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Los veranos nos traen siempre películas de tiburones, y no es que les hagamos ascos precisamente. Incluso aunque rara vez sean buenas, porque en el fondo hemos asumido que es demasiado pedir a estas alturas. Aun así, pueden ser malas y aún así vamos a sentir esa extraña atracción por verlas, aunque exploten un miedo animal que nos conduce a tener pánico del agua.
Lo hemos aceptado de igual modo que aceptamos secuelas pobres de ‘Jurassic Park’, y el motivo es bien sencillo: vimos una obra original tan suprema que se nos integró en el ADN de tal manera que sólo ver las mismas criaturas nos estimula, nos divierte, nos recuerda que es verano. Incluso aunque el resultado esté a años luz de algo tan supremo como ‘Tiburón’.
Un visitante indeseado
Pero nadie duda tampoco que el mejor plan es ver justo la obra maestra original, que ahora cumple 50 años desde su estreno en cines donde cambió el juego e implantó el concepto blockbuster. Steven Spielberg crea una genial obra de terror marino que ahora regresa a las salas de cine por su aniversario, siendo también disfrutable a través del streaming en Filmin, en Movistar+ y en Netflix.
El pueblo costero de Amity se prepara otro año más para sus fiestas veraniegas, donde se esperan oleadas de visitantes tanto habituales como ocasionales. El más inesperado será uno que vendrá desde el agua y causará estragos: un enorme tiburón blanco que atacará a bañistas desprotegidos, y contra el que el sheriff de policía deberá actuar con decisión.
La leyenda de ‘Tiburón’ se ha sustentado siempre desde la maestría resolutiva de Spielberg para las limitaciones, tanto inesperadas como las asumibles. Al infierno de rodar en el agua le sumó un animatrónico del animal que en ocasiones no funcionaba, lo que obligaba a replantear su uso y cómo se iba a retratar, acentuando la sensación de suspense que ya está por las nubes con la música de John Williams.
‘Tiburón’: magia imperecedera


Pero el director no renuncia a los estímulos más directos y elementales, incidiendo en su creación cuando le es posible además de exhibir su dominio del lenguaje audiovisual, increíblemente alto para alguien que ni estaba en la treintena. Su talento para la cámara también se equipara con su habilidad para equilibrar la aventura que viven los protagonistas, un trío bien perfilado y complementario que añade textura humana al riesgo.
‘Tiburón’ es una película que se puede afrontar desde mil ángulos y en todos te sorprende por cómo brilla al máximo en ellos. Desde la excitación pura del género hacia su mirada clínica a la obsesión capitalista por intentar preservar el status quo ignorando la emergencia. Todo resulta tan apasionante como el primer día, mostrando la enorme visión de Spielberg como cineasta mayúsculo. Eso sí, él tampoco quiere saber nada de acercarse al agua (al menos con una cámara).
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