Actualmente Casa de México cuenta con una programación cultural sobre la Virgen de Guadalupe que complementa la muestra Tan lejos, tan cerca. Guadalupe de México en España, del Museo del Prado, ¿estamos viviendo un despertar a la hora de valorar el arte popular mexicano?
Sí, totalmente. Desde que creamos Casa de México siempre le dimos mucha importancia. De hecho estamos organizando un fondo, con un grupo de fundaciones en México, para rescatar y fortalecer oficios de arte popular que están en peligro de desaparecer, muchos de ellos se llevan desarrollando cientos de años, y queremos que nuestros maestros artesanos tengan un lugar muy especial.
¿Se está empezando a conocer mejor México?
El descubrimiento cultural latino en general está siendo impresionante porque nos estamos abrazando más. Siempre he dicho que creemos conocernos mejor de lo que nos conocemos, y justo la Casa de México es una plataforma, un espacio para hacerlo. Por eso le pusimos ese nombre, porque nosotros usamos mucho la frase “esta es tu casa”. Queremos que la gente que nos visita se sienta cercano, se sienta en nuestra casa.
Esta casa además es posible gracias a Valentín Diez Morodo, un empresario mexicano pero de origen español.
Muchas veces se piensa que esto recibe dinero del Gobierno mexicano o de algún grupo de empresarios. Y la realidad es que no. Cuando le propuse a Valentín hacer este proyecto, dijo que lo quería financiar porque su padre llegó a México con 17 años, cuando no tenía muchos recursos, y hoy la familia es una de las grandes fortunas de México. A día de hoy sigue siendo él el único mecenas.
¿Cuál era vuestra idea al fundar este espacio?
La historia viene de lejos. México le dio un espacio a España hace muchísimos años para crear su centro cultural allí, un edificio maravilloso. Se había firmado una reciprocidad que no llegó hasta casi 20 años después, y cuando llegó, el Gobierno mexicano dice que no le interesa, que no está en su programa de trabajo. Yo me cabreé mucho. Pensé cómo era posible que México no tuviera esto, porque México no es solo las malas noticias, no todo es la inseguridad, el narcotráfico,… México es mucho más, es un país vibrante, de grandes personas, de grandes artistas, cineastas, actores, cocineros tradicionales y chefs. Y decidí ver si a través de los empresarios se podían conseguir los recursos económicos necesarios para poder fundarlo. Al principio ni siquiera pensé en dirigirla, solo quería que se hiciera, que existiera. Pero Valentín me dijo que la financiaba pero que yo tenía que estar a la cabeza.
¿Qué conexiones encuentras entre mexicanos y españoles?
Yo creo que compartimos muchas cosas, mucha alegría. Los españoles y los mexicanos somos pueblos muy vibrantes, no dejamos indiferente a nadie, nos gusta recibir, nos gusta compartir. Somos muy poco individualistas.
¿Cómo nos entendemos mejor, cultura o empresarialmente?
Yo creo que nos entendemos de las dos maneras. La parte cultural está menos descubierta entre ambos, creo que ahí tenemos más trabajo que hacer. En la parte económica, España es el segundo inversionista más importante en México, y México es el primer inversionista, fuera de la Unión Europea, en España. Nos entendemos bien aunque no hablamos el mismo idioma. Nuestros lenguajes son muy diferentes. A mí me ha tocado traducir en algunas ocasiones… Los tonos de voz, el famoso ‘ahorita’ de México, que el español a veces no entiende que es un concepto sin tiempo. Creo que nos deberíamos de entender mejor. Sin embargo, en la cultura hay un margen importante y es parte de la función de nuestra fundación. Creo que hay muy poco conocimiento de ese México vibrante, creativo. En el cine hemos perdido mucho. Antes México y España hacían muchas coproducciones. Sin embargo, se ha ido diluyendo y hay otros países que han ganado más presencia, como puede ser Argentina. Y creo que ahí tenemos mucho espacio que recobrar. También en la pintura, creo que España está más avanzada en que los mexicanos conozcamos más a los artistas de aquí.
También está evolucionando mucho la gastronomía, se ha popularizado restaurantes ya establecidos que dan a conocer la cocina tradicional.
En España veníamos de asociar la cocina mexicana al Tex-mex, creo que hemos tardado mucho en internacionalizar la comida auténtica mexicana. Gracias a mi madre, que es una gran cocinera y ha escrito muchos libros de cocina, desde pequeña estaba en los fogones de la casa, y estoy muy ligada a la gastronomía. De hecho por eso hay un restaurante en la Casa de México, y por eso hay un aula gastronómica donde damos clases de cocina. A mí que alguien me diga que las fajitas le fascinan, pues fenomenal, pero eso es Tex-mex. Pero ahora puedes ir a restaurantes fantásticos de cocina real mexicana. Hemos creado el Sello Copil, que reconoce y certifica que ese restaurante es realmente mexicano, que está cuidada la salsa, la tortilla, el guiso,… En España hay 98 restaurantes que han recibido este sello.
¿Cuál consideras que es tu aporte de valor a la fundación?
La ilusión de seguir creando y haciendo cosas para compartir la maravilla que es mi país. En estos primeros seis años hemos logrado que la gente nos conozca, nos visite, que quiera estar más cercana a nuestras actividades, las conferencias, las clases, los ciclos de cine, las exposiciones, el club de lectura, el restaurante Puntarena… Pero creo que ahora hay que ensancharse. Estamos haciendo un proyecto de becas para que vengan estudiantes a hacer sus maestrías, también estamos lanzando un proyecto para compartir conocimiento con los museos más importantes de España, queremos que nuestras exposiciones puedan estar también en otras sedes, queremos hacer un programa de residencias de artistas mexicanos,…
¿Nunca has pensado en crear algo tuyo, en emprender?
Nunca… Fíjate que he tenido diversos trabajos, y este que tengo ahora me nutre enormemente. Sigo teniendo mi parte fenicia –aquí tenemos una dirección de asuntos económicos que apoyamos a las empresas mexicanas que quieren internacionalizarse en España y además estoy en varios consejos de administración–, pero en la fundación tengo esa parte más creativa, más sensible, más artística. Estoy muy feliz en mi trabajo y tengo un equipo maravilloso, porque nada de esto se hace sin un gran equipo. Todos los días agradezco que tengan la ilusión. Nosotros hacemos esos exámenes, donde todos nos calificamos y aparecen ciertos datos, y todos los empleados de Casa de México dicen venir muy felices a trabajar. Lograr que los 34 empleados que forman esta familia estén contentos, para mí es muy especial.
Este es un trabajo que requiere mucha pasión y compromiso, ¿cómo logras desconectar?
Ahí tengo mucha suerte, porque desde hace muchos años, por el trabajo de mi esposo y por el mío, que son muy demandantes, hicimos una regla que a partir de las siete de la tarde no hacemos nada que se relacione con el trabajo. Eso nos ha permitido dejar todo lo laboral en la puerta de la oficina y tener una vida propia. Porque si no, estás todo el día con máscaras y te vas asfixiando. A mí me ayuda mucho tener una familia maravillosa. Y para mí eso es mi cueva.
¿Vuelves mucho a México?
Sí, como cada 3 meses, porque mucho de lo que se hace aquí, yo lo negocio allá. Te tengo que decir que siendo inmensamente feliz en España, siempre me duele dejar México. Llevo 28 años fuera y el día que tomo el avión para regresar siento algo en el estómago… Es mi país, es mi patria. Amo España, y cómo nos ha recibido, pero yo soy mexicana.
¿Qué sientes cuando ves todo lo que está pasando con la comunidad latina en Estados Unidos?
Siempre he dicho que nadie deja su país por gusto. Siempre es por algo, porque de alguna manera has sido expulsado, porque quieres estudiar o porque te casaste… Ya de por sí dejar tu país es muy duro, porque lo tienes en las entrañas. Lo que está pasando es que me parece que el mundo está enloqueciendo. Me parece que tenemos que volver a reencontrarnos con nuestra alma. Yo nací en un mundo cerrado, proteccionista, en México no entraba nada importado, y tenías lo que tenías. Me acuerdo cuando mis tíos iban a Estados Unidos o Europa y les pedía que trajeran unos bombones o unos dulces. Luego, como a los 15 años, empecé a ver un mundo que se globalizaba. Y ahora volvemos al proteccionismo. Otra vez, después de 40 años. Yo lo hablaba con mis hijos, que ellos han nacido en un mundo globalizado y van a vivir en un mundo cada vez más proteccionista. Peligra que empecemos con racismos, que empecemos con esa forma de volver a no compartir, de un empobrecimiento absoluto de los seres humanos. Sin lugar a dudas yo soy global, soy mexicana, estoy casada con un francés, mis hijos son españoles… Creo profundamente en lo que aporta esa apertura. Tengo la regla de que en la Casa de México no se habla de política, pero creo que todo lo que se hace en la fundación es al contrario, es para conocernos mejor y para respetarnos más. Es muy importante hablar en la misma vibración y no sentir que unos somos más que otros.
Maquillaje y peluquería: Natalia Belda (Mr. Pérez Management). Ayte. de fotografía: Renán García. Producción: Ruth Varillas.
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