O la amas o la odias. No hay término medio. Desde que llegara And Just Like That a HBO en 2021 la polarización de quienes se lanzaron a ver este revival de Sexo en Nueva York casi veinte años después del final de la serie original ha sido constante. No volvió nunca –a excepción de un microcameo– Kim Cattrall en el papel de Samantha Jones, pero Carrie, Miranda y Charlotte retornaban a las calles de Nueva York a explorar problemáticas muy diferentes para algunas, ahora que están en la madurez, pero iguales para otras. La protagonista de la historia sigue volviendo con su ex, sigue encontrando el amor en su puesto de trabajo, sigue siendo, a fin de cuentas, Carrie Bradshaw.
No me escondo, me encuentro en el primer equipo: el de los fans acérrimos de And Just Like That. Me da exactamente igual que Carrie ya no viva en su apartamento y se haya mudado a una casa de dos plantas en Gramercy Park, nunca me llegó a molestar del todo la presencia de Che Diaz –Sara Ramirez abandonaba la producción tras encarnar a este personaje no binario durante dos entregas– y no tengo problemas con la incorporación de Nicole Ari Parker como Lisa o Sarita Choudhury como Seema. Quizá si me resulten más anodinas esas tramas de las hijas de Charlotte o la historia de amor de Anthony con un poeta metido a panadero por el tamaño de su paquete (ew).
Viejas amigas que se encuentran en la barra de un bar para hablar de sus cosasCortesía de HBO
La tercera temporada de la serie, de la que ya he podido ver los seis primeros episodios, es todo lo que necesitaba y… poco más. Ya no hay lugar a la sorpresa, pero sorprendente sería que la mesa de guionistas consiguiera sacar algo realmente rompedor tras seis temporadas de la serie original, dos películas y otras dos temporadas de And Just Like That. Carrie sigue anclada en su historia del pasado, pero no deja pasar la oportunidad de flirtear con quien se le pone a tiro; Miranda ya es abiertamente lesbiana y Cynthia Nixon abraza al personaje, por fin, como no hizo en anteriores entregas, y Charlotte no tiene problemas a la hora de construir a esa histérica madre del Upper East Side que, por fin, se desmelena y vuelve a ser la que era a principios de los 2000.
Pasan cosas, muchas, en los primeros capítulos de la tercera temporada, pero al mismo tiempo no pasa nada. Todo está tal y como lo dejamos en la anterior tanda en el universo creado por Darren Star y que ahora dirige Michael Patrick King. La escritora protagonista escribe más bien poco, pero inicia una relación a causa del ruido de sus tacones con su vecino de abajo. Porque sí, la enorme casa de Gramercy Park con cristales originales del siglo XIX no es independiente y cuenta con un huésped justo en la planta sótano. De la naturaleza de esa relación tampoco se pueden dar muchos detalles porque no queda muy claro a dónde va. Miranda sigue siendo un desastre por Manhattan y ahora vive en un Airbnb que bien podría ser el alojamiento de un estudiante de arte. Pero se deja llevar por fin por el amor. Y Charlotte just being Charlotte una vez más en su piso perfecto, con sus hijas perfectas –Lily ya es una pianista increíble– y una carrera en el mundo del arte impecables, pero con un perro cancelado en el vecindario. Seema recupera sin trabas el espíritu de Samantha y Lisa sigue siendo tan estridente como siempre, pero se lo perdonamos porque sale poco en pantalla.
Un helado en el parqueCraig Blankenhorn
En definitiva, entre looks que harán señalar a la pantalla porque ya los vimos en la serie original y dinámicas más que trilladas que hacen que te sientas como en casa, And Just Like That vuelve a ofrecer en su tercera temporada exactamente lo que promete: una reunión con viejas amigas que desmuestra que la vida no tiene que ser en ningún caso perfecta como tampoco lo es esta serie que nos encanta, nos guste o no.
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