‘¿Y los hombres qué?’, el alegato de una chica que se pone en la piel de los chicos | Babelia

He aquí un loable intento de evaluar hasta qué punto el feminismo ha minado la autoestima y el rol de los varones. Nadie mejor que una feminista prominente como Caitlin Moran (Brighton, 1975) —autora de Cómo ser mujer y Más que una mujer— se lance a investigar las miserias y bondades de los hombres intentando ponerse en su piel y cuestionando algunos extremismos enarbolados por su bando. Moran se ha ganado una merecida fama como periodista en el Reino Unido, cosechando varios premios. Sus obras son polémicas y más bien alegatos atrevidos que verdaderas narraciones, por ejemplo, Cómo se hace una chica y Cómo ser famosa.

Es lícito preguntarse si ¿Y los hombres qué? obedece a un genuino interés de la autora por dar voz a los hombres, abriendo una fase revisionista del llamado “feminismo punk”, o estamos ante un encargo editorial que aprovecha la reputación mordaz y gamberra de Moran. Seguramente las dos cosas. De ahí que el libro resulte algo deshilachado y falto de verdadera reflexión, además de excesivamente centrado en el entorno social de la autora y su país.

Si el lector/a espera encontrar un retrato revelador de la especie “hombre”, así como de la masculinidad patriarcal y su declive, tal vez quede un tanto decepcionado/a. Y es una pena. No hay duda de que Moran quiere liberar a los hombres de ese culpable no-lugar y no-voz al que se les ha condenado, y que intenta armonizar los dos sexos. Consciente de que el grito de la mujer hace que el hombre se refugie en el armario, se dispone a ver qué ocurre ahí dentro haciendo uso de esa feminista “filosofía que cuestiona el género” de la que el sexo masculino carece. Y lo hace con espontáneo desparpajo, utilizando un humor provocativo e idiosincrático que evoca de lejos a Nancy Mitford y David Lodge.

Desde el capítulo ‘Cómo ser un chico’ hasta ‘Pollas y huevos’ pasando por ‘La Machoesfera’ y ‘Cuando los hombres hablan de las mujeres’, la autora se adentra sin hoja de ruta en ese asunto espinoso y urgente. Habla con su marido y algunos amigos y los hijos de sus amigos (Moran tiene dos hijas), pone a caldo a dos gurús antifeministas, confiesa a famosos descubriendo su fragilidad masculina, hace encuestas en Twiter y se despacha con afirmaciones como que la literatura escrita por mujeres es superior a la de los hombres, o “necesitas a una mujer para ser emocionalmente completo” y “los hombres son como los perros” (en el buen sentido).

Moran quiere sacar a los varones del armario, lástima que su extraordinaria labia se diluya en chascarrillos y anécdotas

Moran quiere sacar a los varones del armario, lástima que su extraordinaria labia se diluya en chascarrillos y anécdotas. Ahora bien, es cierto que una mirada empática y conciliadora recorre el libro abriendo nuevas ventanas. Leemos que ahora “es más fácil ser mujer que ser hombre”, y que en lo que respecta al impulso sexual “ambos estamos en el mismo bando”.

Con mayor ambición y tiempo podría haber profundizado en la locura que es la “guerra de sexos”, en eso de que somos “como hermanos que se pelean en el asiento de atrás, cuando todos vamos al mismo sitio en el mismo coche”. ¿Que los hombres no son tan degenerados como se los pinta y que la mayoría son leales, protectores y no tienen prejuicios? ¿Que la mujer es emocional y sociablemente más apta que el varón? ¿Que ambos tienen miedo del sexo opuesto por diferentes y fundadas razones? ¿Que la pornografía arruina la sensibilidad de los jóvenes? Moran puede darnos algo más sustancioso, quizá la próxima vez.

Caitlin Moran
Traducción de Gemma Rovira Ortega
Anagrama, 2025
314 páginas. 21,90 euros

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