La oficina de Yolanda Pérez (Madrid, 1969) está decorada con fotografías de los musicales que durante más de dos décadas Stage Entertainment ha traído a España, desde Aladdín, que se acaba de despedir de la cartelera española, a My Fair Lady o Anastasia, sin olvidar, por supuesto, El Rey León, la joya de la corona. La directora general en España de la multinacional también tiene cerca de su mesa una maqueta de cómo quedará el antiguo cine IMAX, en Madrid, tras la inversión de 30 millones que la compañía va a llevar a cabo después de que el Ayuntamiento les adjudicara la explotación del espacio durante las próximas cuatro décadas.
Pregunta: ¿Por qué decidieron optar a la explotación del IMAX?
Respuesta: Hace ya ocho años que decidimos dejar de hacer giras por la gran complicación que suponen. Hicimos la apuesta de dejarlos solamente aquí, y al hilo de eso se fue construyendo todo este rollo del Broadway madrileño. Al final es lo que pasa en Nueva York, en Londres, en Hamburgo. La ciudad de los musicales es la que recibe todos los visitantes. En ese momento teníamos dos teatros. Uno de ellos está con El Rey León, que estamos ya con la temporada 14, por lo que solamente disponíamos de uno, afortunadamente. Necesitamos un tercer teatro porque hay un montón de musicales que queremos producir, obras de muy gran formato. Han sido años de búsqueda porque necesitábamos que fuera suficientemente grande para albergar a al menos 1.500 personas y que tuviera un escenario grande. No cualquier teatro vale. Entonces surgió la oportunidad del IMAX. La realidad es que lo vamos a desmontar entero y lo vamos a volver a hacer porque tenemos adaptarlo a nuestras necesidades. Vamos a mantener esa arquitectura icónica del teatro, pero ampliando muchísimo el aforo y la torre escénica.
P: ¿A qué se debe esa apuesta por tener teatros propios?
R: Porque los musicales que nosotros hacemos necesitan de una tecnología que no la encuentras en un teatro alquilado. Hay musicales de menor formato, absolutamente respetables y estupendos, que pueden encajar en determinados teatros que no son suyos. Pero en nuestro caso es que necesitamos que esa infraestructura esté y que esa tecnología esté. La única manera de hacerlo es que sean nuestros.
P: Otra de la novedades de Stage es el estreno de Cenicienta en octubre, que se está preparando en España, no como otros musicales que se han traído y adaptado de otros países.
R: Está basado en el libreto de Rodgers y Hammerstein, es decir, La Cenicienta que se estrenó en los años cincuenta. Pero sí que es una versión completamente nueva. La estamos haciendo con un equipo creativo que sí que es internacional, porque cogemos al mejor experto en cada país, pero producido y dirigido desde aquí. Es una versión muy interesante, con un toque muy contemporáneo, una escenografía con mucha magia de verdad. Con la orquesta más grande que va a haber en un musical en España, porque vamos a tener unos 18 o 20 músicos en directo. Y vamos a tener muchas sorpresas. Por ejemplo, se va a tocar la obertura que se hizo para la original, y que nunca se ha vuelto a tocar. Queremos hacer algo muy especial, porque es un título que lo merece realmente. Y después de aquí, la idea es que salte a otros países.
P: ¿Cómo se elige qué musical representar?
R: Lo elegimos un poco en función del gusto de cada país. No todos funcionan en todos los países. Ya llevamos años y sabemos qué es lo que funciona y lo que no. Además, testamos, preguntamos y analizamos muchísimo todo. Porque un musical es un riesgo grande, son millones de euros de inversión. Y si fallas, como los teatros son nuestros, no podemos renegociar el alquiler e irnos. Tenemos que tener un plan b o, sobre todo, tener muy claro que lo que estamos haciendo va a funcionar. Le damos muchas vueltas, el proceso de pensar qué musical vamos a hacer empieza como tres años antes. Comenzamos a analizar, a revisar todo lo que hay; si no hay nada que nos encaje, pues lo creamos, como estamos haciendo en este caso, como hicimos con Anastasia o con Tina incluso. Es un proceso muy largo con el fin de no equivocarnos.
P: ¿Cuál es, en general, el gusto del público español en lo que respecta a los musicales?
R: Es un público muy experto. En 25 años que llevamos nosotros, tenemos un público joven que sabe un montón de musicales, de lo que le gusta y lo que no. Realmente lo que nos gustan aquí son musicales divertidos, que tengan mucho baile, muchas canciones y que el argumento sea interesante. Y, sobre todo, que te dejen con una sonrisa en la boca, que te transporten durante esas dos horas y pico a un universo de alegría. Que realmente salgas con ganas de vivir y con ganas de disfrutar. Que siempre te dejen con un mensaje positivo.
P: ¿Cuántas temporadas tiene que tener un musical para que sea rentable?
R: Pues depende mucho. Hay musicales que requieren más de una temporada. Hay otros que los podemos hacer solamente para una temporada porque podemos compartir costes. Luego vendemos el set. Nos vamos organizando en función de cuál es la tipología del musical y cuál es el coste que lleva. Aladdín, por ejemplo, necesitaba estar como mínimo dos años para rentabilizarse. Pero ya sabíamos que lo iba a estar. En función de cada uno hacemos un business case y establecemos cuál es el periodo de vida mínimo que tiene que tener para que funcione.
P: Y luego está El Rey León, que ya va por la temporada 14. ¿Le queda vida para largo?
R: Uf, yo espero que sí. Mientras la gente siga viniendo, comprando las entradas y llenando, pues por supuesto que sí. Aquí seguirá. Llevamos, siete millones de espectadores.
P: ¿Hay algún musical que pensara que iba a funcionar mejor o que no terminó de triunfar?
R: Sí, Tina no fue bien. Es verdad que fue un periodo muy complicado, porque justo estrenamos después de la pandemia, entonces era muy difícil. Y, como decía, en España nos gustan los musicales alegres, lo que se reforzó muchísimo después de la covid. Tina era un musical, desde mi punto de vista, espectacular, pero oscuro, porque la vida de ella [la cantante Tina Turner] no fue para nada fácil. Entonces no funcionó como yo pensaba que fuera a funcionar.
P: ¿Se ha convertido Madrid en un destino para ir a ver musicales?
R: Sí. Nosotros lo notamos mucho. Hacemos muchísima investigación y preguntamos a los clientes. Hace años lo que la gente nos decía es que venía a Madrid y ya luego buscaba qué hacer y compraba la entrada. Ahora, lo que vemos es que eso ha cambiado. Sobre todo, en el caso de El Rey León hay mucha gente que nos dice que viene expresamente a ver la obra. Compran la entrada lo primero y alrededor de eso gestionan absolutamente todo el viaje. Con lo cual el motor para venir a la ciudad es el musical.
P: ¿Hay obras que se han aprovechado de ese bum de los musicales sin tener ni la calidad ni las características de un montaje de este tipo?
R: Absolutamente. Hay muchas, de hecho. Creo que pasa siempre cuando un sector es nuevo y va bien. Piensas que El Rey León va bien, sí, pero es que hay casi 200 personas trabajando cada día, con los costes que eso conlleva. Hay mucha gente que al calor de este tema pues están trayendo cosas que ni siquiera son musicales o que lo son de baja calidad. Y están confundiendo al espectador, que en realidad es maduro y entiende de musicales. Creo que esto acabará desapareciendo. Al final la gente sabe qué es lo que quiere ver y va a lo seguro. Muchas de esas cosas ni siquiera son musicales.
P: ¿España está en la primera división en lo que se refiere a musicales?
R: Estamos absolutamente ya en la primera liga. Según como lo calcules, somos la tercera o la cuarta ciudad en el mundo de los musicales. Están Broadway, en Nueva York, y el West End de Londres, que sin ninguna duda son los números uno y dos. Después están Hamburgo y Madrid, que estamos un poco ahí a la par. Nos hemos convertido en un referente.
P: ¿Ha ido creciendo también la parte artística?
R: Totalmente. Eso es una pasada. Hace años que para la parte artística te costaba muchísimo encontrar a alguien que hiciera todo bien. Al final yo siempre digo que un actor de musicales es el actor perfecto. Tiene que saber cantar, bailar y actuar. Y encima, muchas veces, hacer las tres cosas a la vez. Ahora vienen preparadísimos. Recuerdo que había veces que tenías que renunciar a algo. Por ejemplo, alguno cantaba fenomenal y bailaba muy bien, pero actuando era regular. Ahora, para Cenicienta se nos presentaron 3.000 personas en las audiciones. Hay gente con una calidad absolutamente increíble.
P: En los últimos meses, han salido actores y músicos, algunos de ellos que han trabajado en Stage, quejándose de las condiciones laborales. ¿Considera que es un punto a mejorar en el sector?
R: A mí me dio muchísima pena la persona que salió hablando de las condiciones laborales de los actores, que parecía que hablaba en nombre de Stage, porque te puedo asegurar que concretamente él ganaba, no lo sé, unas diez veces el salario mínimo. O sea, una barbaridad. Y cuando se habla del salario mínimo es el del convenio de actores, no el mínimo interprofesional, ni de lejos. Es un salario bastante más alto. Hay cosas que mejorar siempre. Pero sobre todo yo creo que el mayor problema es que hay gente que no hace musicales y que no está tratando bien a los actores, y eso hay que solucionarlo clarísimamente. Desde Aptem, la patronal del sector, de que la soy vicepresidenta, luchamos para que eso deje de ocurrir. Creo que el gran problema al que se enfrentan en este caso los actores y los músicos es a la incertidumbre. Al final están trabajando unos meses, tienen continuidad muy pocos. Creo que ese es el gran handicap. Sobre las condiciones, yo puedo hablar por las de Stage, y la verdad es que nosotros sabemos que tenemos que atraer al mejor talento y al mejor talento hay que pagarlo. Y hay que darle las mejores condiciones.
P: Ofrecen experiencias vip en sus teatros; ¿al espectador ya no le basta solo con ver un musical?
R: Hay muchos que necesitan meterse muy de lleno en lo que es el musical. Por ejemplo, si estás viendo Aladdín, pues estar tomándote un cóctel en un entorno que es como si estuvieras en un país del Lejano Oriente, que te hagan un tatuaje de henna, o sea que vivas la experiencia completa. Estamos ya tan hartos de pantallas que cuando vas a un sitio que es tangible quieres disfrutar al máximo, desde que entras hasta que sales, de la experiencia completa.